No podía creer lo que mis ojos estaban viendo... Esa persona era... Mamá...
Un poco más y me da un jamacuco, hubiera sido la última persona en el mundo que hubiera esperado que fuera...¿Cómo lo había hecho?¿y cuando estaba en el hospital?
Al volverse me sonrió y me dijo que me sentase a su lado; Ahora entiendo el por qué cuando se lo conte le brillaban los ojos, pues le resultaba familiar... Lo que no entiendo por qué no me lo había contado antes, la razón para ocultarlo... Y si sabía que venía aquí porque me lo prohibía...
Me explicó que papá y ella se conocieron en ese lugar, que allí habían hecho miles de cosas juntos; Nadar, pasear en barca, decirse el primer te quiero, el primer beso, la primera vez que hicieron el amor... Pasaron su noviazgo en el mejor sitio del mundo para ellos...
Incluso se casaron en este hermoso lugar...donde por supuesto yo también fui engendrado
Yo estaba alucinando, ¿era un sueño?
Mamá me explicó que cuando murió Papá ella no quería que nadie más estuviera en este lugar, porque no le gustaba la idea de que alguien viviera lo mismo que ella allí, pues ya no sería único y mágico... Incluso no quería que yo estuviese, porque había sido una egoísta, en vez de compartir ese pequeño paraíso al menos con su hijo...
Pero sabía que yo me escapaba cada tarde; Al rato de irme yo ella me seguía y empezaba a darse cuenta de lo bien que me sentía en aquél lugar, de lo que me reía y disfrutaba, por esa razón empezó a dejarme los mensajes en la botella, sin que yo supiese que se trataba de ella.
Se hacía la dura, pues no se veía capaz de decírmelo en persona, pues era bastante orgullosa, aunque en el fondo estaba deseando que yo cuidara de aquél lugar, pues no habría nadie mejor...Cuando estaba en el hospital puso la botella con el mensaje la misma mañana antes de que le pasara eso... Ella frecuentaba el lago cuando yo estaba en clases, ahora lo entendía todo
Ya poco importaba el pasado, lo importante es que ahora empezábamos a estar bien el uno con el otro, yo recuperé a mi madre y ella se dió cuenta de que su hijo era lo más importante que tenía... Ïbamos al lago todos los días, a todas horas; De acampada, de picnic, a ver atardeceres, las estrellas...
Con mi cámara en mano no dejaba escapar ni un solo detalle, hasta que completé un álbum titulado: «Yo, mamá y nuestro pequeño paraíso»
Así pasaron diez años, diría que los mejores años de mi vida hasta el momento, había compartido todo con mi madre, me lo enseñó todo y yo se lo enseñé a ella.
Aprendimos lo que es una relación madre-hijo, y jamás nos separamos...
Terminé por fin mi carrera de fotografía y me hice escritor, por ello que estoy relatando esta increíble y mágica historia, que aún no acaba
Dos años más tarde mi Mamá murió de un ataque al corazón, ya estaba tan débil que dejó de latir... Fué incinerada, tal y cuál pidió como último deseo...
Yo me quedé sólo, hundido, incluso dejé de ir al lago, puesto que ir allí supondría una gran pena... Ahora más que nunca entendía a mamá...
Poco a poco el tiempo fué abriéndome los ojos y me di cuenta que lo que mi madre querría es que fuese a ese lugar, ser por siempre su guardián, como me puso en uno de los mensajes en la botella... Y la niebla desapareció...
Tomé la hurna con las cenizas de la persona que más había querido en el mundo y me dirigí rumbo al lago, dónde dejé que el viento se las llevara y las extendiera por sus aguas tranquilas y cristalinas; Así de esta manera ella formaría parte del lago eternamente...
Una de esas tardes rojo-manzana, al llegar al lago vi que había una mujer de cabellos dorados sentada en la orilla.... Alguien más habría descubierto el lugar...
Me acerqué y estuvimos charlando hasta tarde... Los ojos azul esmeralda de la chica me habían impactado, y su voz conseguía que se me estremeciera el alma....
Día a día me encontraba menos sólo, para la chica el lago era tan importante como para mí, no podía dar crédito a que eso estuviese pasando... Alguien que pensaba como yo, valorando los pequeños detalles y lo verdaderamente hermoso de la vida...
Los meses pasaron: Cientos de noches viendo atardecer, de paseos en barca a la luz de las estrellas, donde el primer beso dió comienzo a un bonito noviazgo...
Donde el noviazgo dió paso a convertirnos en marido y mujer, a orillas de aquellas aguas de cristal, dónde había empezado a mojarme los pies cuando era pequeñito...
Por fin pude ser feliz del todo, me sentía pleno, creía más que nunca en la magia, en que los cuentos de hadas a veces pueden ser realidad... Había logrado amar, cuyo fruto se convirtió en una niña, nuestra hija, meses más tarde...
La historia se repetía; Miré al cielo y las nubes dibujaban el rostro de mis padres, dándoles las gracias por el legado que me habían dejado...
Dicen que las cosas más bonitas de la vida llegan tarde o temprano... Y ese instante, ese momento de quietud, en nuestra pequeña cabaña en el lago, sentado con mi mujer y mi hija, era el momento más perfecto de mi vida, no podía pedir nada más...
Hoy en día soy un anciano, y no os contaré lo que pasa por mi vida, ni si soy feliz o no, tan sólo que soy un escritor con los días contados, pero ya os he relatado lo que verdaderamente importa, pues lo que pasó después es otra historia, que debe ser contada en otra ocasión.
Lo que si os diré es que creáis en la magia, pues sí que existe, a través del amor y de las pequeñas cosas...Yo fuí testigo directo de ello... Allí... En el lago...
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