viernes, 28 de junio de 2013

El Tamborista en el tejado

El sonido bronco de mi viejo tambor rompía el eco en la calle, hasta altas horas de la somnífera y opacada noche. Quería demostrar la importancia del instrumento que marcaba el compás, a la vez que con cada repique de baquetas abandonaba al estrés que me inundaba inquieto hasta la yugular
Musitaba en lo más alto del tejado, pernoctando y manteniendo el equilibrio por los bordes del tejar, amansando la noche con mi redoblar
Niño a hombre, sin darme cuenta, sin vacilar, forjando mis sueños en la oscuridad, dibujando el pum pum en la luna, somo si de un tambor enorme con luz se tratara
Llevo 15 años en la sombra, intentando abrirle los ojos a quienes no valoran lo que significa tocar, agujereando las nubes con cada golpe, retumbando en el cielo, con baquetas en forma de flechas de madera de caoba o pino
El sonido que se emite no es angelical, ni de armoniosa melodía, pero sirve para poder despertar, ese estruendo que te avispa cuando pareces no estar
Como aquél tamborilero que hizo su camino a Belén, encontrando su destino, yo me guio por las estrellas y mi ritmo acompasado para lograr mi meta, mi sino, éste, mi redoblar, camina con cada latido, es mi reflejo batiendose en un parche de cristal
Ni idea de cuantas noches más pasearé de tejado en tejado, reteniendo la lluvia o enflascado en el sudor veraniego, pero jamás pararé de tocar, hasta cumplir mi objetivo, el de este humilde tamborista en el tejado


No hay comentarios:

Publicar un comentario