Para que negarse ante la evidencia, como no rendirse ante la sobrenatural lucidez de tu pelo, ante la brillantez lujuriosa de tus ojos esmeralda.
Si por perderme lo haría tras esa sonrisa de cristal irrompible, donde acostumbro a esconderme adrede, mientras abrazo tu alma disfrazada de corazón.
Como engañarle al viento no gritanto tu esencia, dedicandome a soñar, que hasta mi inconsciente borda tu nombre en el mar de mis siete sueños.
LLorar contigo convierte mis lágrimas saladas en dulces, sabes que son motivo de felicidad.
Como no podría descansar sobre el regazo que ofrece tu pecho, elevándome a un mundo de paz, armonía y amor, ese lugar llamado «hogar».
Llenarme de tus palabras prohibidas, obligando a romper lo típico, no puedo evitar salirme del guión digno de un Oscar que pintas con la yema de tus dedos.
Pentagramas en mis mejillas, que plasmas en forma de labios carmín, en clave TU&YO, finalizando en la banda sonora del día a día.
Como podría silenciar mi suerte, aquella que me acerco a ti, y te acerco a mí, como si fuesemos estrechados entre el cerco que achanta una cuerda.
Mentiría si callara lo que mi corazón late, sin embargo soy un bocazas en mayúsculas, vociferando un sincero «te quiero».
Como no rendirse ante tu silueta, contrarestando movimientos elípticos que incitan deseo...
Soy culpable de observarte a escondidas, mirando bajo las gafas de sol, cómplices de mi coartada, en silencio que atrona por dentro.
Podría mentirte, pero sin embargo lo admito, me declaro... Tu, mi evidencia.
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