jueves, 3 de octubre de 2013

Volví a Renacer

Abrí los ojos y... ¡No podía ser verdad! ¿Dónde estaba? Me encontraba aletargado.
El sonido de unos cascos zumbando sobre el verde de una pradera me mantuvo alerta.
Corría veloz, casi tan raudo como el viento, en la inmensidad de una infinita llanura únicamente mía. Me sentía feliz, satisfecho ante lo inexplorado.
Desorientado, sí, aún así amaba lo que mi retina dibujaba a lo lejos, galopando sobre campos de gardenias, floreciendo a mi paso, atravesando sombras, montañas plateadas, insaciable.
A este paso, a la caída de la noche, acamparía sobre el manto de estrellas lejano.
Lograba recorrer leguas en apenas segundos, sin apenas desgastar energía alguna.
Relinchaba, hacienco eco ante las cumbres rocosas que se alzaban ante mis ojos, en aquél paraíso desconocido, mientras, al agitar la cabeza, una enorme melena negra como el tizón, caía libremente por mi cuello.
Detuve mis largas patas ante un imponente lago, más cristalino incluso que el mismísimo cielo; Al reflejarme sobre sus apaciguadas aguas, se cumplió lo que momentos antes vaticinaba.
No era una persona; De alguna forma me había introducido en el cuerpo de un pura sangre de lomo caoba, con una robusta silueta que imponía respeto, de una belleza indomable, exhuberante...Embaucado con una mirada color jade, que hipnotizaba incluso al agua.
Seguramente se trataría de un sueño del que jamás quisiera despertar pero... ¡Un momento!
Poco a poco me incitaban recuerdos, visiones del ser humano, de la persona que fuí minutos antes de volar a este oasis. Sí, lo veía claro.
Antes de despertar ante tal maravilla, mi cuerpo moría en la cama de un hospital, inmóvil en una habitación blanca como la seda, magullado por heridas incurables, irreversibles...
Volvía a casa tras un día de trabajo, conducía relajado... Cuando de pronto... Un enorme camión empotró su cabina en el frontal de mi coche... Un segundo fatídico, mortal, exento de capacidad de reacción. Un adiós sin despedidas, causao por el cruel azar.
Mi cuerpo extinguía su chispa vital, pero mi alma ansiaba vivir, así que supongo, quiero creer que me reencarné en un caballo, anhelando libertad, lo que siempre quise ser...
Ahora me hallo en mi imaginado limbo, creado por mi mente a imagen y semejanza, dónde solamente habito yo, rodeado de imágenes inciertas pero incitantes.
Sólo queda la eternidad tras este espacio/tiempo, donde quiero, ahora y siempre, correr libre, sin mas compañía que el halo de sol iluminando el campo, o la dulce caída de la noche adornada por un magistral claro de luna... Aquí todo es nada, sin embargo esa nada es todo lo que tengo...


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