lunes, 21 de octubre de 2013

Ocho otoños

Y entre tanto y tanto, mi gesto delata la ausencia de tus abrazos. Perdí mi noción del tiempo atrapado tras el calendario que se atravesó en nuestros días.
Rememoro tus palabras entre rezos condicionados al extrañarte así de ésta, mi manera...
Jamás olvidaré 1923, el año que el azar te nombró reina de este mundo, en el que una luchadora se coronó con creces, dando a luz años después una princesa, que acabaría siendo la mujer de mi vida, mi madre.
Sobreviviendo a la guerra Civil en tu niñez, que después te acercó a mi segundo padre, aquél que en el cielo te sigue alimentando de amor, cariño, regocijándote en su fornido corpiño.
Aquí abajo levanto la mirada orgulloso, gritandote en mi silencio, echándote de menos tras la sombra de aquél viejo árbol donde me llevábais de domingueo.
Siempre he tenido frío, siempre me has faltado, parte de mi rompecabezas está dañada, sobre un  hueco irremplazable, más no hay ni habrá nadie como tu...
Escribí una lista de cosas buenas que me ofrecías, para no olvidarlas jamás, como si fueran los mandamientos a tener siempre en cuenta en mis decisiones.
Fuera marchitan los sueños, dentro llueve bajo mi techo, mientras en la noche por momentos oigo el llanto de una hija desconsolada.
He de ser sincero... Olvidé el olor de tu pañuelo rodeando tu cuello, se emborrona tu voz distorsionada por el discurrir de los días, no siento el tacto de tus besos marcados sobre mi mejilla... No fui capaz de retenerlo... Por siempre a la primavera le faltara una flor, pero el cielo habrá sumado una estrella.
Aún así tus huellas nunca desaparecerán de la faz de mi corazón, porque no te siento, pero poseo tu recuerdo íntegramente, tanto que te retrato una historia, digna de contar a tus bisnietos, que de seguro siguen su estrella de oriente en algún mundo paralelo...
Ahora sólo puedo llevarte flores con hermosos colores, como aquellos con los que pintabas mi vida hace ya ocho años... Siempre tendré la espinita de no haberte deleitado con lo mejor de mí, pero supongo que siempre es tarde cuando comprendemos algunas cosas...
Una última cosa queda para que ambos decanséis en paz, vuestra última voluntad, mi último adiós, para que dos almas, dos cuerpos yazcan juntos más allá de la vida... Pronto, muy pronto se hará realidad, mientras tanto aquí sigo: Luchando como me enseñásteis, recordando cada detalle, queriendoos igual que siempre... Porque sois parte de mí, hecho que no cambiará...
Gracias por tomaros la molestia de iluminarme incluso estando tan lejos. Os quiero


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