¿Alguna vez te has despedido sin decir Adiós? En la vida te esfuerzas por aquellos que quieres, te encariñas y amas a personas por el hecho de que tú encuentras algo mágico y especial en ellas. Podrían ser millones, sin embargo son las que tú eliges, alguna razón debe acaecer...
Dichas personas te marcan, para bien o para mal, pero siempre arrastrarás su recuerdo... Sus huellas levitan en tu ser...
En esta vida hay una acción que es lo más duro que puede revelarse, pues despedida te rompe el corazón... Normalmente siempre hay llegadas, pero siempre hay partidas
Esos momentos amargos en los que alguien te dice adiós, bien porque deja de habitar en el globo terráqueo o porque decide salir de tu vida para empezar otra...Nunca estamos preparados para decir adiós... Pero hay algo peor...
¿Alguna vez has perdido a alguien sin poder despedirte? Todavía más tremendo aún que lo anterior... Lo mismo que cuando conocemos a alguien decimos «hola» , siempre deberíamos decir adiós... Si no lo haces nunca podrás cerrar un capítulo, pues puedes creer que esa persona se fué de viaje infinito o simplemente que si no quiso decirte adiós es porque poco le importabas... Te desgarra el alma... No despedirte de un padre postrado ante la cama de un hospital, yaciendo sin vida, tú llegando tarde... O de un amigo que no lo hace por no pasar un mal rato... Un hijo que se marcha a la guerra, sin dejarte si quiera una pequeña nota de su marcha... Sin olvidar una relación que se desvanece como la niebla al atardecer, en la que después de tantos besos y caricias, ni una palabra de separación sale de los labios...
Inmóvil, sin nadie a tu alrededor, alzas la palma de tu mano, entre lágrimas de sosiego y desesperanza, diciendo Chao, pero...¿a quién? ¿Al viento?
Dejar ir es algo necesario, pero ese último instante en el que mirarse a los ojos, despedirse con esa mirada que no esconde otra cosa que desesperanza, esa última vez que estarías cerca el uno del otro, se esfuma... He aprendido en mi corta experiencia que las despedidas duelen, pero dejan paz, pero cuando no se produce ese instante, toda la vida llevarás colgada esa etiqueta y hasta el día que serigrafíen el nombre en tu lápida te acompañará ese invisible Adiós
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