La dura batalla había arrasado el palacio de Nejeb, fortaleza de reyes, de grandes guerras ganadas, paraíso de los mejores guerreros , paladines y arqueros de la tierra, caracterizado por sus bellos jardines emplumados en baobabs, rodeado por un canal de agua tan cristalina como el mismo cielo, muros de piedra hasta entonces impenetrables
Todos habían caído, excepto yo, uno de los arqueros del rey Muerto, aprendiz del reino, futuro esposo de una bella dama asesinada cruelmente a manos de una daga tirana
Hombre cobijado en la deseperanza, pero acudiendo a la promesa de no rendirse hasta el último suspiro saliente, hasta derramar mi última gota de sangre
Conseguimos repeler la última oleada de mercenarios, contratados por el enemigo con el único propósito de no dejar alma con vida. Nos pillaron de sorpresa, sin tiempo para reaccionar, desprotegidos, nuestro acero no resistió su fuego cruzado, aún así tocaron a retirada, pero volverían. Miles de heridos fueron cayendo por la gravedad de sus descosidas llagas, una masacre
Ni siquieran han tomado la fortaleza, no era su misión, pero pronto vendrá la siguiente línea enemiga para izar su bandera y revelar lo conquistado como suyo
En lo más alto de la almenara enciendo el fuego de la esperanza, intentando que los reyes de los castillos vecinos lo divisen y suenen sus trompetas de guerra para venir en la ayuda, al menos para recuperar este castillo, porque guerreros sólo quedo yo, y quizás un sólo hombre no merezca la pena riesgos para ser rescatado
Mi arco rechinaba sangre, tán sólo me quedaban dos flechas y un pesar en mi interior que ya cruzaba el umbral de la muerte -Resiste- me imploré a mí mismo
El fin no se hará esperar mucho, apenas inmóvil, gotea sudor hasta la paciencia, rezando a mi Dios que fuera leve y considerado.
Las cuatro torres llamean, es lo único que puedo hacer ya, mantenerlas encendidas, pidiendo socorro; Lo más fácil hubiera sido quitarme la vida, intentar huir, pero no soy ningún cobarde, ni aunque la soledad y los fantasmas de los muertos me indaguen, no al menos hasta hacer lo imposible. Mi muerte se viene poquito a poco, el veneno de una flecha cobarde me devora la sangre, me apaga mi aura... Pronto el ejercito de Nejeb será un ejército invisible, un ejercito olvidado de héroes masacrados
A lo lejos se acerca un grupo de unos mil soldados enemigos, aún con ansias de matar, pero esta vez los muertos serán ellos; Por el flanco izquierdo, veloces y raudos, avanzan nuestros compatriotas, gritando «Fuego Amigo», que significa que han acudido a la ayuda; Han visto mi señal, he conseguido al menos mantener inexpugnable el palacio, en ruinas, pero no será tomado hoy y aquí, tan sólo la fuerza de un hombre puede marcar la diferencia
El número de caballeros aliados triplica al enemigo, arrasan desvalijando vidas a su paso, mientras tanto prendo mis dós últimas flechas en el fuego aún no extinto.
Las coloco en mi arco, tensándolo fuertemente por última vez, disparando a la vez ambas flechas, en forma de V, a lo más alto del cielo, V de Venganza, V de Victoria, a la par que caigo fulminado sin vida, pero siendo un héroe
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