viernes, 5 de julio de 2013

Amor, ni el agua se lo lleva

La enorme bocanada de humo que expulsaba la chimenea del transatlántico, lograba que fuésemos espectadores de una noche gris y nublada, a pesar de no serlo
El crucero no había salido como se esperaba, aquél enorme barco, perdido y encallado en medio del océano, como una aguja inexpugnable en un pajar
Tan dramático era el silencio, que los crujidos de popa espantaban hasta el mismísmo diablo
Habíamos chocado con algún tipo de arrecife y el agua se instalaba en la nave, arrastrándola hacia el fondo, engulléndola, tenía un apetito voraz
Se había mandado un SOS pero estabamos retirados de la costa, el agua sería más rápida que cualquier embarcación, por muy veloz que fuese
Había venido con mi pareja en este viaje de placer, para pedirle que se casase conmigo, aprovechando que siempre había deseado recorrer las Maldivas junto a mí.
Ese sueño suyo al menos estaba cumplido, pero... Quería casarme, deseaba hacerlo antes de morir entre aguas saladas e inundado de desesperanza.
Según los ingenieros, apenas quedaban veinte minutos en los que nos manteniéramos a flote, más yo no confiaba en un posible rescate, el reloj jugaba en nuestra contra
Corrí a por mi novia y subimos a lo más alto del barco, estaba desolada, nada podía consolarla, pero tenía que hacerlo

- Cariño, tengo que pedirte algo
+ ¿Ahora? Es inútil todo se acaba
- ¿Eso crees? Puede que nos separen veinte minutos entre la vida y la muerte pero ¿y qué?
¿Vamos a acabar así?, ese pequeño intervalo de tiempo es maravilloso si lo estoy contigo
Te traje aquí para pedirte que te casases conmigo, sé que puede no paracer el momento ni la mejor forma de pedirlo, pero hazlo, dime que si
+ No sé que decir, seríamos el matrimonio más corto de la Tierra
- Pero lo seríamos, sería un instante eterno, además yo te quiero, merece la pena te lo aseguro.
Hagamosle ver a esta tragedia que nosotros lo podemos todo, juntos hasta el final
+ Sí Quiero... Gracias cielo, gracias por todo, casémonos. No sé que sería de mí sin ti
- Me acabas de hacer el hombre más feliz de este mundo

Por desgracia había perdido el anillo, pero cogí un trozito de cuerda e improvisé con un pequeño nudo una sortija, no era bonita ni cara, pero era única; Nadie en el mundo habría hecho eso, lo que importaba era la magia que conllevaba
Agarré la mano de mi ya prometida y deslizé el anillo por su dedo, mientras atónita sonreía y decía:

+ Eres increíble, te elegiría a tí en todas mis vidas, e incluso sabiendo que vamos a perecer en el fondo del mar, volvería a viajar contigo en esta casa flotante miles de veces, aunque muriera todas y cada una de ellas
- Yo también lo haría, sin dudar. No hay nadie como tú...
Se nos agota el tiempo voy a la capilla a buscar al sacerdote
+ Espera
- ¿Qué pasa?
+ No tengo vestimenta apropiada para un acontecimiento así, no estoy a la altura...
- Amor tú ponte el salvavidas, y entiende que casarse es un acto de amor, y para ello no hace falta ni un anillo de la joyería más cara, ni un vestido blanco, ni un peinado de lo más trabajado
Lo necesario es que nosotros nos queramos y que queramos permanecer unidos en la eternidad, son los únicos requisitos. Con ese salvavidas estás perfecta, me enamoré de ti por lo que eres no por lo que lleves. Te quiero
+ Tú también te ves lindo. ¡Corre busca al sacerdote! Mientras voy a utilizar el último trocito de batería del móvil para despedirme de mi familia, no sé como sacaré fuerzas pero tengo que hacerlo
- Yo ya lo hice antes, por supuesto les expliqué mis planes contigo, están hechos polvo, pero les dije que no se preocuparan por mí, que yo era feliz, y ellos también deberían serlo. Sé fuerte, ahora vuelvo

Entre lágrimas divididas entre felicidad y tristeza galopé como si de un caballo me tratase y hablé con aquél amable y simpático sacerdote, que por supuesto no pudo negarse ante tal acto de amor y de valentía.
Tomó su Biblia y se dirigió conmigo hacia proa, donde ya me esperaba mi futura esposa, que permanecía esbozando una sonrisa pero llorando, con el alma rota.
La tomé de la mano mientras pronunciábamos el Si quiero mutuamente, besándonos por última vez en La Tierra, perpetrados en un abrazo que pasaría a la eternidad.
Mucha gente aplaudía, habíamos conseguido sacar algo bueno dentro de la miseria, ya éramos marido y mujer y eso jamás podrían arrebatárnoslo.
El agua mojaba nuestros pìes, llegó la hora, ambos cerramos los ojos manteníendonos en ese firme abrazo

- Te quiero ahora y siempre
+ Te quiero ahora y siempre

Y así como si nada el agua nos llevó...

En esta vida no somos nada, podemos estar mejor que nunca y de pronto, en menos de lo que canta un gallo, te conviertes en polvo, pero es de héroes no lamentarse y saber apreciar hasta el último segundo que respires
Esta tragedia no pasará inadvertida, muchísmos cuerpos flotaron sin vida, la ayuda llegó tarde para la mayoría, pero algunos fueron rescatados
Y la historia de aquella pareja que se casó mientras los envolvía el agua fué escuchada en cada puerto, en cada taberna, por cada rincón marítimo, tanto así que se le puso sus nombres a un barco, en cuyo interior se forjó una estatua de sal sólida, ambos con salvavidas, ella con un anillo de cuerda y fundidos en un último y eterno abrazo. Seguramente sean felices en el cielo, pues la fuerza del amor todo lo puede


1 comentario:

  1. Mis felicitaciones por este relato y por el blog en general.Me llega lo que escribes. Un saludo

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