Huí de aquella muchedumbre, escapé de aquél agobio que erradicaba mis dilatadas pupilas.
No obtuve reparo en la lejanía, retirado del ruido, de la luz anarajanda inmantada en la noche
Me senté en el flanco de la barandilla, fumándome los problemas por la brecha del tiempo
De la nada apareció ella, se cobijó en mi regazo, mirándome fijamente a los ojos; En ese momento lo supe, sin ni siquiera estipular ni una palabra; Y entonces... la besé
No hay comentarios:
Publicar un comentario