miércoles, 31 de julio de 2013

El Jardín Flotante

Un crujido desveló mi cautela, despertando en una pradera embellecida de amapolas hilarantes
Girasoles como brújulas orientándose hacia el sol desprotegido, a la izquierda, un viejo invernadero de cristal, repleto de margaritas deshojadas, con tán solo su puntito amarillo central, pero de igual belleza.
El viejo alcornoque provisto de un columpio cuyas cadenas eran lianas, su asiento anidado de ramitas aromáticas entrelazadas, formando uniones perfectas
Justo rozando los juncos del maizal se personificaba un manantial de agua anaranjada, más templada que si se calentase en el fuego, en la cuál pegaban saltitos cientos de ranas, croando de felicidad; En el trasfondo aleteaban pequeñísimos peces de piel coloreada
El enorme sauce, el más veterano de aquél edén, plagado de pájaros de papel que transportaban mensajes de paz en sus alas, supongo que serían deseos de seres humanos
Tras de mí los cimientos de una pequeña casita de madera, cuyo tejado cobraba belleza debido a la azotea con forma de caja musical, implantada de un arcoiris floral en cada rincón
Con un pequeño huerto nutrido de alimentos con formas abstractas, originales, que jamás había contemplado en ningún otro lugar
Se acercaban nubes rosadas a paso ligero; La sorpresa fué que llovían pétalos de rosa, que deslizados con los vaivenes del viento, magnificaban la preciosidad de un paisaje multicolor
Decidí correr hacia el gran salto que escalaba a la inversa la montaña, una cascada convertida en tobogán afluyendo orquídeas, que al romper en el suelo se transformaban en una exquisita danza de mariposas, perdiéndose sin prisa, contrastando el azul celestial
Voces me llevaban a la arista de aquél jardín, cuyo límite tornaba en vacío transparente
Impulsado por las fuerzas de la naturaleza, trotamundos soñador, cuyo hogar nómada se trataba de un paraíso flotante ubicado en una utopía, producto de un limbo, producido por una somnolencia tardía


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