Cuando no poseemos nada no estamos conformes, pero aunque tengamos algo, tampoco nos parece lo suficiente... La avaricia nos traslada desear algo más
Estaba escalando esta enorme montaña, en busca de algo que me ofreciese tan sólo un motivo. A mitad de la escalada, de hecho poseía valiosas e increíbles razones, a raíz de las que sería capaz de forjar un mundo y tratar de ser feliz, pero obviamente creía necesitar algo más, desaprovechando lo que poseía, escalando más alto, quería llegar hasta arriba a toda costa
Un gran golpe fué cuando alcancé la cima, más no existía nada, sólo vacío y soledad...
Agaché la mirada, pero lo que podía haber disfutado más abajo, ya no estaba, marchitó, se fué... Un imbécil fuí por no haberlo valorado antes
Yo en ese momento dejé de luchar, me escurrí, caí, morí...
En esta dichosa vida más vale apreciar lo que se tiene, en vez de ir buscando utopías inexistentes, porque para mí ya es tarde, de idiota fué abandonar mi felicidad en un prado de flores intentando acariciar el sol
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