Movimiento de sumisión, esquivo entre la melancólica y dulce mañana, que se desvela orgullosa de sí misma
Recojo las primeras fuerzas del perpetuo rumbo, en forma de gotas de rocío matutino, tendiendo al aire libre los problemas para que se sequen
Fundido en un profundo sin pensar, revolcándome entre las aristas de mi anomalía
Cada gesto me delata, me inspira a permanecer inalterable...
La flor destrona a la abeja, la hierba se come a su presa, la existencia como planta carnívora pretende engullirme en la rendición
Llamando a Tierra, con capital en mi corazón, que canta al son de lo que dicta mi tren superior
El temporal se inmiscúa donde no le incumbe, sin pedir permiso, sin avisar, desdichada sorpresa, el mundo se te echa encima
Audazmente lo eludo, me reservo para mi próximo esplendor, llamada de trompetas encerradas en mi buzón, pillando mis bonitos recuerdos con un pisapapeles y un punzón, para que no se escaqueen cuando les plazca
Conmociones que se alquilan, disueltas en un insignificante mar, donde el agua es cal, porque queman tanto como la angustia de cada efímero despertar
Disuado mi mente, ofreciéndole cambios, imponiendo mi ley, pero la sensibilidad de mi corazón me traiciona
Lluvia eterna de promesas, la rueca destroza los sueños, la naturaleza no sigue su curso, el que no siembra recoge
Pacto con aquella mariposa, intercambiarme, sólo por el hecho de disponer de bonitas y coloridas alas... Y volar y volar, libre, lejos, donde tan sólo un suspiro me transporte y me modifique, sintiendo que sigo jóven y vivo
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