Atravieso el puente en llamas sin quemarme, pues me congela dicho fuego.
Busco pero no encuentro, pregunto, no obtengo respuesta. Corro pero no avanzo
Me urge una palma tendida que me rescate, sin embargo sólo sufro zarpazos que desgarran mi desventurada cáscara desmaquillada
Aguardo inútilmente la caída de un ángel, manifestándome algo así como «Estoy Contigo»
Mi maldita estancia perturba mi calidez, aturde mi cuerpo rebosante de sosiego, no hay nadie
Mis esfuerzos de entender la lucha diaria se rinden, izan bandera blanca, reclamando la atención en una mínima porción inverosímil de la descolorida madrugada.
Alzo la mirada carcomiéndome las neuronas, pensándote sigilosamente; Apróximate para encontrarme, resido sólo en este bosque de lamentaciones.
Incluso la resignación me abandona tras la cuneta, trato de percibir algún sonido acústico al percatarse de mi presencia, creo que no emito frecuencia
Mis pisadas no estampan huellas, culmino descalzo este camino interminable ¿Hay alguien?
Apostaría a que ni siquiera existo, no soy real, simplemente soy una leyenda atemorizada, oculta, confiada que alguien la descubra, para que al final sea contada y valorada
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