Cayendo en picado, inmerso en el hueco del ascensor, sustraído por la gravedad que enreda mis manos sobre las cortinas del umbral, suplantado por un robo de personalidad
No palpo fondo, bañado en amasijos de restos vacíos de platino, cuyos sueños yacen bajo el subsuelo desterrado, inmovilizado entre el cruel torbellino
Pared escarchada, dónde patino, mil veces me la pego, aunque siempre germino.
Voces resuenan llamándome cretino, ¿Soy culpable? ¿Por qué? ¿por tejer una red donde mis sueños vaticino?
Valiente libertino que desea alas para poder volar, ante la ausencia de los peldaños sinuosos de la ansiada escalera para poder trepar
Cruje mi cuerpo ante la falta de aceite que dexoside mi pesar, naufragando en una gota de agua que se escapa del techo al gritar
Encuentro piedad tras mi mundo de papel, apagando el real, construyendo folios en blanco en obras tintadas de perenne humedad
No hay planta donde poder parar, por mucho que me resista, obligado a empujar, mientras el chirrido de las zapatas se queja con intentos fallidos por frenar
Caída libre que aprovecho para recolectar flores blancas, desprovistas de pigmento, capaces de nacer sumidas en la soledad del inframundo polvoriento
Dibujo sentimientos capicúas, para verlos igualmente por donde quiera que los capte mi retina
Partimos siempre desde la fosa, no somos nada, pero hemos de saber escalar desde bajo cero hasta conquistar nuevamente la primera planta, dónde la luz encandila fuertemente, mientras tú, por fin suspiras
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