lunes, 19 de agosto de 2013

De mayor quiero ser Payaso

Pésima contradicción; Un día amanecía esplendoroso, acicalado de una rebosante luz que cubría el ambiente, sin embargo las personas parecían tristes. ¿Dónde esconderían su sonrisa?
Supongo que se trataba de cosas de mayores, que aún era pequeño para comprender
Por el mero hecho de jugar con una cometa fabricada con retales de madera y una bolsa de plástico, yo era feliz, mi sonrisa jamás se apagaba.
Miraba a mi padre leyendo el periódico, preocupado por asuntos que no le incumbían; No es que sepa mucho, pero lo que creo sinceramente es en vivir cada momento, nuestros momentos, hay que disfrutar de lo que se tiene sin aspirar a algo que es imposible
Papi me compró un helado de fresa y nata, mi preferido, sonreía al verme toda la boca llena, decía que estaba muy gracioso con mi bigote blanco rosado
Todas las tardes nos sentábamos en el mismo banco, a la sombra de un viejo árbol, dónde dábamos de comer a las palomas que acudían en busca de restos y migajas que las personas dejaban...
Charlando improvisadamente me preguntó:

- Hijo: ¿Qué te gustaría ser de mayor?

+ Payaso, dijo muy seguro de sí mismo

Mi padre se echó a reir como si se pensara que estaba diciéndoselo en broma, pero hablaba en serio, aún así siguió la conversación

- ¿Payaso? ¿Por qué?

+ Porque los payasos hacen sonreir a las personas. Hoy en día se palpa tristeza en muchísimas personas y a mí me gusta ver a todo el mundo contento, por eso si cuando sea grande me dedico a ser payaso, tendré la profesión más linda del mundo. Encontrar sonrisas en rostros que la han perdido. Así el mundo no será redondo, sino con forma de gigante sonrisa

El rostro de Papá cambió el gesto, ahora no reía, quedó pensativo, esbozando una leve sonrisa, como cayendo en cuenta de que llevaba razón en lo que había expresado
Arrugó el periódico, lo arrojó a la papelera y se levantó. Me cogió en brazos y me elevó muy alto, tanto que casi alcanzaba a acariciar el sol con la yema de mis dedos, mientras girábamos en el sentido contrario a las agujas del reloj.
Conseguí recuperar la primera sonrisa en el inicio de mi larga y emotiva carrera de bufón, payaso, cómo se prefiera llamar
A partir de ese día mi padre cambió, se olvidó de prestar atención a temas que no pertenecían a su vida. Aunque las cosas fueran mal, siempre sonreía... Siempre había motivos para hacerlo
Y es que soy pequeño, pero los mayores hablan de una cosa llamada muerte, de que la vida es muy corta, muy injusta, demasiado dura, por eso hay que sonreir todos los días, para que todas esas contradicciones sean más llevaderas. La vida es para disfrutar y sonreir; Para jugar, para vivirla, no para llorar, ni sufrir, ni quejarse. Ojalá el mundo estuviera plagado de payasos como yo; De esta forma habría felicidad en todos los continenentes, rincones, en todos las caras que dibujan la faz de la Tierra


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