Tarareando tras la cortina de tu pelo,
una bonita canción me recuerda que te anhelo.
Mis días amanecen cubiertos de fortuna,
alentados por pájaros, que volando libres descalzan mi tortura
Formalizar un viaje, recorriendo tu frondoso corazón,
perdiéndome entre suspiros de sangre, brotando de su bella prisión.
Tus manos sujetan mi delgada cintura,
tus labios me murmuran versos cargados de ternura
Te aupas para estar a mi altura, subiéndote en mis pies,
te abrazo delicadamente, fuertemente a la vez
Me teletransporto junto con el perfume de tu camiseta,
¿A dónde? Al lugar que me convirtió en humilde poeta
Navego por tu cuerpo, recorro tu impávida meseta,
hasta encontrar a la izquierda de tu pecho una latente isleta.
Sin recuerdos pasajeros, sin objetos de valor, sin maleta,
atravieso de puntillas la travesía,guiándome por tus manos, que son mi veleta
¿Quién me dice a mí que tu corazón no es mi planeta?
Y yo su mesías, el que lo conquiste, como un profeta.
Déjame vivir dentro de tí, permíteme sentirme importante,
pues cuando aparezco a tu lado, tan sólo me importa el instante
Acomodados sobre aquél viejo banco, color azabache,
permito reposar sobre tus mejillas, mientras la tarde nos envuelve con su aire
Sigo empeñado en jugar con tu pelo, mientras el contraste de tu belleza
te erige en mi cielo, como una maravilla de la naturaleza
una bonita canción me recuerda que te anhelo.
Mis días amanecen cubiertos de fortuna,
alentados por pájaros, que volando libres descalzan mi tortura
Formalizar un viaje, recorriendo tu frondoso corazón,
perdiéndome entre suspiros de sangre, brotando de su bella prisión.
Tus manos sujetan mi delgada cintura,
tus labios me murmuran versos cargados de ternura
Te aupas para estar a mi altura, subiéndote en mis pies,
te abrazo delicadamente, fuertemente a la vez
Me teletransporto junto con el perfume de tu camiseta,
¿A dónde? Al lugar que me convirtió en humilde poeta
Navego por tu cuerpo, recorro tu impávida meseta,
hasta encontrar a la izquierda de tu pecho una latente isleta.
Sin recuerdos pasajeros, sin objetos de valor, sin maleta,
atravieso de puntillas la travesía,guiándome por tus manos, que son mi veleta
¿Quién me dice a mí que tu corazón no es mi planeta?
Y yo su mesías, el que lo conquiste, como un profeta.
Déjame vivir dentro de tí, permíteme sentirme importante,
pues cuando aparezco a tu lado, tan sólo me importa el instante
Acomodados sobre aquél viejo banco, color azabache,
permito reposar sobre tus mejillas, mientras la tarde nos envuelve con su aire
Sigo empeñado en jugar con tu pelo, mientras el contraste de tu belleza
te erige en mi cielo, como una maravilla de la naturaleza