lunes, 16 de diciembre de 2013

Mi triste Navidad

Otro año más se atraviesa la navidad en mi camino, siguiendo la línea triste que se repite como el single número uno de la mejor emisora de radio.
Qué de vueltas da la vida... Antes solía ser una época feliz, ilusionante a no poder más, mágica sobre todas las cosas, pero todo cambió.
Se marcharon mis abuelos, se rompieron relaciones familiares; La única fecha del año donde nos juntábamos, terminó separándonos, pero no es eso lo que me duele, sino el hecho de que m is abuelos no estén conmigo. Tantas risas, petardos en el patio, bengalas para recibir el año nuevo. Eso solía llamarse felicidad, pero ahora... Es ver las luces iluminando la pacífica ciudad y se me congela el alma. La ilusión de aquél niño quedó atrapada en un rincón inexistente, irrecuperable. He tenido que aprender a sobrellevarlo, gracias a personas que han caído del cielo, pero llega ese instante; En el que tomas rumbo a tu hogar, retomando cada cuál su camino; Es ahí cuando me siento más sólo que la luna.
Ves la navidad como algo incoherente, como una sacadineros; El año tiene trescientos sesenta y cinco dias y... ¿Por qué reunirse en este mes? Es que... ¿Hay una ley que diga que sólo en este mes hay que regresar a casa?. No entiendo nada.
Sí es verdad que hace acto de presencia la nostalgia ante cada portal nocturno, no por la fiesta en sí, sino por la ausencia de los seres queridos que me dejaron, y por los que aún no han llegado y me gustaría que estuviesen.
Por salir a enseñarles las brillantes luces, los árboles de navidad, escaparates elegantes como nunca, por decirles que les quiero.
Por verlos felices, cantarle villancicos con guitarra y voz desafinadas, pero esbozando sonrisas profundas en sus rostros. Siempre he dicho que no es mi felicidad lo impostante, sino la de aquellos a los que quiero. Aunque no me hagan felices como quisiera, yo si sé hacerlo y transmitirlo; Cuando sea un anciano no tendré nada que reprocharme, habiendo actuado como tenía que hacerlo, sin guardarme absolutamente nada para mí.
Siento un enorme vacío al llegar a casa, después de haber compartido una tarde de villancicos con muchas de esas personas que me importan; Al menos por un momento he dejado aparcados mis pensamientos crueles.
Observo a mis padres con cara triste, sabiendo que piensan y sienten lo mismo que yo.
Aún así respiro hondo, inspiro fuerzas para levantar esos momentos, a base de hacer el tonto.
Las estrella de oriente campa arriba, las ilusiones, los sueños se filtran con ella.
Siento pena, tristeza, dolor, soledad, por no saber vivirlo como antes, pasando página, pero es imposible, y tampoco ha habido quién me haya ayudado a cambiar de opinión. De cogerme la mano y contarme la historia de "Voy a hacer de esta navidad algo diferente para tí".
Y supongo que llegaré a ser feliz el día en que aprenda a no esperar nada de nadie.
Me queda el consuelo de salir cada veinticinco de diciembre al alba, caminando despacito, callando, observando cuando casi todos matan su resaca entre sábanas.
El simple hecho de mirar, de ver a los peques ilusionados con los juguetes que Papá Noel les ha dejado; Escuchar a los abuelos en la plaza, comentando las hazañas de la anterior noche tan especial, o el cariño y amabilidad que rebosan en el ambiente.
Todo eso me reconforta, me hace sentir bien, me colma de orgullo saber que soy valorador de pequeños detalles, que soy diferente al resto, aunque me cueste trabajo salir adelante así.
Mi felicidad corretea río abajo, entre sollozos, entre reflejos de la fuente de recuerdos que baña mis heridas. Puede que algún día esa felicidad se evapore, suba a las nubes, lloviendo sobre mí, devolviéndome la vida. Pero de momento toca revivir los años anteriores.
Sin más quiero agradecer a todas aquellas personas que simplemente me dedican un segundo, porque cada poquito de su apoyo, acumula una motaña en la que puedo cobijarme en estos dias de frío. Algunos me buscarán estos días para compartir un poquito de su navidad conmigo, para ayudarme a que se me haga más amena; Otros simplemente no harán nada, excepto desearme feliz navidad y ahí te quedas, pero aún así les deseo feliz navidad y una certera entrada de año nuevo. No soy como el resto. A este mundo se viene a amar no a hacer daño. Añadiendo a todos aquellos que saben lo que me aportan, que OS QUIERO.



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