domingo, 8 de diciembre de 2013

El rey de la montaña

Le susurré al viento mis heridas,
amainó mi tormenta con su pausa
Me habló la brisa mañanera,
sobre la faldilla de la montaña difusa

Zambullido en un mar de nubes,
no tocando el cielo,
sino siendo parte de su esencia
Qué cerquita de tí, abuelo

Sentir mi fuerte respirar,
plenamene satisfecho,
ante el objetivo cumplido
Algo de claridad sobre mi pecho

Jugando con los vértices,
de los kilómetros, cayendo fuerte
Pisando con total seguridad, firmeza
Sueño real, sin necesidad que despierte

He rubricado mi sello,
demostrándome a mí mismo
Que uno puede conseguir lo que se proponga
Binvenido querido optimismo


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