sábado, 7 de noviembre de 2015

Renovar

Mientras mi primera impresión fue la de tener frío, sus manos fueron alzándose cada vez más cálidas. Su tacto acariciaba mi dolor con su suavidad, convirtiéndolo en una dulce bendición.
Su respiración contrastaba con el silencio de la sala… Y es que su corazón era como un paisaje en primavera, cargado de retórica y color; Un muro transparente expuesto para deleitarse.
Si abrías su ventana, observabas un cielo añil… Me tropecé con sus ojos, cayendo libre en su hechizo de verdad. Sólo así me sentí capaz de caminar por los tejados, para que el firmamento me apresase en su eternidad. Poco a poco fui tallando nuevos recuerdos, tapando el triste manto de los de antaño; Y así empecé a renovarme...


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