miércoles, 25 de noviembre de 2015

El hombre del periódico

20.30 de cualquier tarde entre semana, al bajar hacia casa, allí sentado, en la misma mesa que el día anterior, la última pegando a la esquina del cruce entre la plaza; En la misma posición, con vistas a la avenida; Siempre con un descafeinado medio templado en taza blanca… Únicamente cambiaba entre día y día, el color de cada atardecer; Algunos días tibio, otros difuminado, otros ensordecedor.
Aquél anciano, con sus gafas a medio caer, apoyadas sobre el hueso nasal, fijamente leyendo el periódico. Y parecía que la rutina se repetía exactamente a idéntica hora, pues siempre procuraba dejarme caer por allí con exactitud; No fallaba.
Si no fuera por sus diferentes atuendos y la evidentemente diferente portada de “El País”, juraría que era un hecho revivido una y otra vez.
Era curiosa la puntualidad con la que acudía a su cita, su desatención hacia el entorno que lo envolvía; Ni ruido, ni ajetreo de personal, nada lograba despistarlo ni un ápice de su tranquila lectura. Todo ello en días de verano, sin notar su ausencia ni una sola jornada…
Pero llegó el otoño, y su presencia se esfumó como si nada; Su rostro pacífico, la experiencia de sus arrugas, su vitalidad, su cámara lenta al pasar de página el diario, sus recuerdos e historias, simplemente desaparecieron sin más...¿Qué sería de aquél hombre del periódico?


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