miércoles, 7 de octubre de 2015

Se perdió

Con el primer suspiro de la mañana, tus huellas se borraron de mi piel, mis pensamientos se alejaron de ti, como se aleja aquél barco de su morada.
Mis ojos dejaron de mirarte, mi cuerpo se alejó de tu orilla y mis ganas se esfumaron como si nada.
El tsunami de tu cuerpo se despide y no precisamente hasta mañana… Me olvido de tantos besos en la espalda, de sonrisas en la madrugada, de tus mejillas rosadas, de comernos los vértices hasta que amanezca la mañana…
Nuestro vello despuntado, entre sábanas, nuestro cuerpo acalorado, adaptándose a las sugerencias de la luz de luna, entrando por nuestro costado.
Todas aquellas palabras inventadas, son ya parte de la nada, ahora serán distanciadas.
Y qué decir de tu mirada, que con la complicidad de la mía, jamás volverá a ser acariciada, simplemente en el recuerdo, como un sonido en bucle, jamás esperes una llegada.
Se perdió el eco de tus piropos resonando en mi tímpano, la melodía de tus canciones paseándose cuan bello susurro al piano.
No hay abrazo, ni gestos, ni arrepentimiento, pues mis lágrimas correrían mi pintura de payaso, aquella que no hace mucho lograba hacerte reír sin fracaso.
Evité, cuando me alejaba lentamente, observar tus cabellos alborotados, cautivando al viento, desprotegiendo las tiernas arrugas que dibujaba tu frente. Me detuve al levantar mi mano, muy lejos de la tuya, era más tarde que temprano.
Me di la vuelta, vislumbrando tu silueta, propiciada por un contraluz que jamás volvería a repetirse, no lo negaré, estaba triste. Pero debía partir, bastante me complaciste.



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