martes, 20 de octubre de 2015

Hasta el último día

Perdona si mis piernas me impiden sacarte a bailar como antaño, disculpa mi incapacidad para disparar tus sentidos como cuando eramos quinceañeros.
Nuestro amor es un eco de lo que un día fue, tengo la incertidumbre por saber si tus labios recordarán la calidez de los míos, si el brillo de tus ojos se acentúa cuando ni siquiera sonrío.
Pero de lo que si estoy totalmente seguro, cielo, es que seguiré amándote como el primer día, hasta que el latido de mi corazón se esfume ligeramente. Porque si aún late, es por tu inmensa capacidad para evitar que se apague.
¿Recuerdas como nos enamoramos? Empezando con tonterías en el callejón, después cogiéndonos dulcemente de la mano, para culminar aquél atardecer entre un beso inesperado.
No nos queda mucho más por hacer en esta vida, excepto acurrucarte contra mi pecho bajo un manto de estrellas, en la oscuridad de nuestras noches frías. Es la única forma de que entiendas el latir de mi corazón sobre tus mejillas decaídas, pero tan bellas como aquellos días.
Llegará el momento que mis ojos no puedan deleitarse con la belleza de tu alma, cuando la armonía de tu voz sea un simple recuerdo, incluso cuando mis recuerdos abandonen su hogar, cuando nadie me recuerde a mí; Sin embargo, querida esposa, tú seguirás a mi lado cumpliendo tu promesa en el altar, hasta el último día de nuestra vida. ¿Qué nos van a contar a nosotros del verdadero amor?
Y es que nuestro corazón no entiende de inviernos, ni otoños; A pesar de nuestra vejez exterior, nuestra llama permanece perenne, algo que no destiñe por la destrucción del tiempo.
Estoy orgulloso de la vida que hemos vivido; No sé si fue el destino, o mis ganas locas de encontrarte, o simplemente la casualidad al verte por primera vez.
¿Cuántos errores habremos cometido? ¿Cuantas veces nos hemos perdonado? Y poco nos ha importado; Cuando hay amor, nada lo mata. Y lo repetiría mil y una veces, como una cinta en bucle, mismos momentos, equivocaciones y aciertos.
Y te sigues viendo tan perfecta, que si pudiese levantarme de esta silla de ruedas, danzaríamos abrazados a la luz intensa de la luna. Pero callo, te miro y me conformo con sentir tu sonrisa aparcada sobre el borde de mi hombro. Yo también te lo prometo, amarte hasta el último día de mi vida, no eres un sueño, sigues siendo mi realidad, cariño, sigamos alimentando nuestro persistente amor.


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