jueves, 1 de octubre de 2015

Ambos

Ambos, esperando el primer paso el uno del otro, creyendo que el tiempo por su propia aceleración, lo haga por ellos. Que ilusos por no actuar sin perder un segundo.
Uno en su azotea observando la luna, pensando en el otro… El otro desvelado sobre su colchón de plumas, inventando historias con el otro.
Y me rasgo las ideas y pienso… ¿Por qué no se dan un momento? Si sienten algo deberían correr para estar juntos, aunque solo fuese un instante.
¿Acaso no es potente el impulso de escapar? La fuerza y el deseo de encontrarse, de perderse en el silencio de la madrugada, escondiéndose de la rutina, esquivando las reglas que supuestamente mantienen sus ataduras.
Se llaman a gritos, sus miradas reflejan lo común y las diferencias que los envuelven, aun así no parece ser suficiente… No se dan cuenta que quizás mañana no tenga remedio.
Curiosamente lo más evidente parece ser lo que permanece ante nuestras retinas, incapaces de verlo, o simplemente se hacen los disimulados, muriendo por dentro.
Contrariados y a la vez decididos, cambian los papeles, pero no para salir a reencontrarse.
¡Qué estupidez! Ahora el que observaba la luna corre a desvanecerse en la cama, y el que remordía su conciencia sobre la almohada, pasa a intentar tocar la luna, conformándose ambos sin tener una bonita historia.


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