martes, 24 de septiembre de 2013

Retrato de un Amanecer

Formando parte de aquella estampa al amánecer, ponía todo a punto para retratar tan magnífico momento.
Brisa otoñal frecuente, madrugadora, que te propicia relajante cosquilleo, masajeando tu mancillada epidermis.
Susurros que atraen recuerdos amargos, pero que después emigran con la última visión de la luna blanca.
Acaricias lo que te rodea con mirada jovial penetrante, sin perder el mínimo detalle.
Al este, empieza a dar señales de vida el rey de la mañana, bostezando el gallo, estirando su plumaje las aves, remontando certeras el vuelo. Aun que para vuelo, el de las mariposas multicolor danzando alrededor de las doradas ortigas.
La oscuridad muy lentamente se vuelve luz focal, sorprendiendo con un hermoso paisaje atesorado de majestuosidad colorida, fumigado por la suave bruma inoportuna, que deja entrevesar las nubes, como si se tratasen de pillas ninfas de algodón.
Los reflejos del lago plateado multiplican tan bella visión, cautivando mis sentidos, mientras permanezco tumbado sobre un repecho, agasijado por el aroma de las azucenas.
Pronto este manto de pigmento ceniza mutará en verdes tonalidades húmedas.
Mis heridas serenan su pesadumbre tal conforme avanzan los minutos... Y... dirigiéndome hacia el cielo, recorro los rastros que plasman los aviones al pasar.
Diminutas lagrimitas de rocío, gravitan sobre mi pecho descubierto, sonsacándome suaves carcajadas.
Se ha establecido por completo la mañana. El cauce sigue su curso dejándose llevar en caída libre, los animales alimentan a sus crías indefensas, la tierra baila sobre sí misma, las flores se mantienen firmes ante las envestidas del viento, y yo... Yo sigo como siempre, sólo pero vivo.
Toca volver al azar, por cualquiera de los tres senderos, que me llevarán a casa, a disfrutar de lo que me surja el carpe diem, otro día más.


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