Tras aquella marioneta había un corazón atormentado, elevándose tan alto que el infinito lo miraba por el retrovisor. Envidioso de que aún sin amar, aún tan dañado, fuera capaz de volar a tantos kilómetros. Su ejemplo era tan fácil como demostrar que no se necesita más que uno m ismo para crecer espigado, adorar lo que haces aumenta tu esencia a billones de revoluciones por minuto.
No es justo y de valientes quejarse, pudiendo dar lo que nadie da, inspirándote sobre una superficie trabada de obstáculos, sonsacándole una alegría a cada tristeza.
Mientras tu vives tu vida con lo que tienes, otros se dedican a criticarla, intentando sacarte de tus casillas, para que cambies, pues jamás lograrán ser como tu. Pero mirad dicho corazón, es como nadie.
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