sábado, 30 de noviembre de 2013
jueves, 28 de noviembre de 2013
Retales de un capricho
El influjo de tus desplantes aniquila el deseo, tan ardiente por romper las reglas, que incluso derrite la tinta de esta pluma.
Vestigios necesitados por un cuerpo yacente, oxidado, desterrado del placer. ¿Dónde olvidé aquellos escalofríos que extasiaban mi ser?
Mis hormonas aún se acicalan de los restos permanentes del pasado, inconscientes de que lo que pasó, pasó.
Soy; Siento que soy similar a un libro cuyas páginas contienen información inútil para ti, aunque tampoco has mostrado interés en leerlo, en deslizarte por dicha aventura interminable.
Mírame: Como un imbécil deshojando florecillas silvestres de papel, que jamás tomaran color, en su despintada interfaz.
Trázame un rumbo erróneo para que pueda perderme, para no regresar, diabólica intención.
Da lo mismo ocho que ochenta, kilómetros o millas, cielto o tierra, pero consigue que me aleje.
Los besos que me derretían, me causan indiferencia, será porque ya no los elijo de entre miles... Eso ya pasó, ya no floto ni aunque fuera pompa de jabón estéril.
Ya no quiero ser aquél triste muñeco de trapo con el que jugueteabas a «Hoy si me apetece pero mañana no», ya no puedes manejarme, ni llevarme a tu lecho para recorrer tu humillado cuerpo. Vete, olvídame, no vengas con excusas cuando te fuíste sin razones... Porque yo sólo le hago el amor al presente.
Prefiero mi cama vacía, en vez de poseer retales de lo que nunca jamás sería.
Vestigios necesitados por un cuerpo yacente, oxidado, desterrado del placer. ¿Dónde olvidé aquellos escalofríos que extasiaban mi ser?
Mis hormonas aún se acicalan de los restos permanentes del pasado, inconscientes de que lo que pasó, pasó.
Soy; Siento que soy similar a un libro cuyas páginas contienen información inútil para ti, aunque tampoco has mostrado interés en leerlo, en deslizarte por dicha aventura interminable.
Mírame: Como un imbécil deshojando florecillas silvestres de papel, que jamás tomaran color, en su despintada interfaz.
Trázame un rumbo erróneo para que pueda perderme, para no regresar, diabólica intención.
Da lo mismo ocho que ochenta, kilómetros o millas, cielto o tierra, pero consigue que me aleje.
Los besos que me derretían, me causan indiferencia, será porque ya no los elijo de entre miles... Eso ya pasó, ya no floto ni aunque fuera pompa de jabón estéril.
Ya no quiero ser aquél triste muñeco de trapo con el que jugueteabas a «Hoy si me apetece pero mañana no», ya no puedes manejarme, ni llevarme a tu lecho para recorrer tu humillado cuerpo. Vete, olvídame, no vengas con excusas cuando te fuíste sin razones... Porque yo sólo le hago el amor al presente.
Prefiero mi cama vacía, en vez de poseer retales de lo que nunca jamás sería.
Como una moneda
Quiero que imaginéis que una persona es como una moneda, de canto, erguida, visibles su cara y su cruz...el bien y el mal. Pero ¿Qué pasa?
Es muy difícil mantener el equilibrio, pues con tan sólo un movimiento brusco dicha moneda caerá por uno de sus dos laterales. Bien puede ser la «Cara», la parte buena y bondadosa. O la «Cruz», la parte cruel y despiadada. Depende de los hechos mantener el órden, y si cae que sea para bien, pero lo peor es que si cae de «cruz» nos convertiremos en algo que nadie querría ser. No siempre eres tu el que eliges, sino de hacia qué lado te empujen.
Es muy difícil mantener el equilibrio, pues con tan sólo un movimiento brusco dicha moneda caerá por uno de sus dos laterales. Bien puede ser la «Cara», la parte buena y bondadosa. O la «Cruz», la parte cruel y despiadada. Depende de los hechos mantener el órden, y si cae que sea para bien, pero lo peor es que si cae de «cruz» nos convertiremos en algo que nadie querría ser. No siempre eres tu el que eliges, sino de hacia qué lado te empujen.
miércoles, 27 de noviembre de 2013
Que salte el riesgo
Quiero romper los moldes, forjando uno a mi tierna medida. Romper con las tradiciones impuestas, dejar paso a lo imprevisible, volar tan alto como los satélites, evadiéndome de un mundo que se quiebra en pedazos invisibles para ojos que nada percatan.
Soltarme en caída libre sin miedo al golpe, que mi esperanza sirva de parapeto, poniéndome un mar de belleza al fondo, cuyas olas son mis sueños meciéndose libremente sin rumbo fijo. Que mi odisea no sea una línea recta perfecta, sino una elipsis cargada de emociones imperfectas.
Blanco y Negro mezclados, manando ténue color, dónde la nada se borra, huyendo cobarde.
Allí tan cerca, un lugar donde la noche brilla a la luz del sol, intercambiándose con los girasoles, que por contra bailan como luceros, a la sombra de una luna menguante.
Desde mi cielo, oculto de la triste realidad que antaño apagaba mi alma, sobre una alfombra de intenciones silenciosa, especial, rasgada únicamente por el valor del viento que la intercala.
Mundo ideal, sofisticado, cercano a un desinterés que se evapora, tras una cortina de lluvia de perseidas imprecisa, movida por el albedrío, bella como ella sóla.
Secuestrado por una ráfaga de valor, que se mofa del miedo, prácticamente impenetrable, más ruda incluso que la barrera del sonido.
No necesito más, que mirar hacia el suelo, para darme cuenta que estoy por encima, que soy yo el que pisa fuerte... Un reflejo de un cachito de cielo en la mismísima Tierra... Y para que quiero más... Es hora de saltar, desde aquel trampolín llamado «riesgo», y después dejarme influir por el poder de la marea que me rodea...
Soltarme en caída libre sin miedo al golpe, que mi esperanza sirva de parapeto, poniéndome un mar de belleza al fondo, cuyas olas son mis sueños meciéndose libremente sin rumbo fijo. Que mi odisea no sea una línea recta perfecta, sino una elipsis cargada de emociones imperfectas.
Blanco y Negro mezclados, manando ténue color, dónde la nada se borra, huyendo cobarde.
Allí tan cerca, un lugar donde la noche brilla a la luz del sol, intercambiándose con los girasoles, que por contra bailan como luceros, a la sombra de una luna menguante.
Desde mi cielo, oculto de la triste realidad que antaño apagaba mi alma, sobre una alfombra de intenciones silenciosa, especial, rasgada únicamente por el valor del viento que la intercala.
Mundo ideal, sofisticado, cercano a un desinterés que se evapora, tras una cortina de lluvia de perseidas imprecisa, movida por el albedrío, bella como ella sóla.
Secuestrado por una ráfaga de valor, que se mofa del miedo, prácticamente impenetrable, más ruda incluso que la barrera del sonido.
No necesito más, que mirar hacia el suelo, para darme cuenta que estoy por encima, que soy yo el que pisa fuerte... Un reflejo de un cachito de cielo en la mismísima Tierra... Y para que quiero más... Es hora de saltar, desde aquel trampolín llamado «riesgo», y después dejarme influir por el poder de la marea que me rodea...
martes, 26 de noviembre de 2013
Quiero llorar
Quiero llorar, y de hecho lo haré. Encima parezco provocarlo pon iéndome un disco de melodías a piano... Y es que es tan necesario..
Cuando acabe encontraré un papel empapado de sentimientos que necesitan salir de dentro, porque ya no pueden más.
Yo nací con un tambor bajo el brazo, de hecho ha habido momentos en los que ha sido mi único amigo, mi única salida, aquello para lo que nací.
Hoy lo recuerdo todo, tantos años de trabajo, de ganarme las cosas con esfuerzo y trabajo, de transmitir lo que sé a aquellos que lo han requerido. Años en los que he conocido a decenas de personas que me han marcado para bien o para mal, pero sobre todo me ha servido a mí mismo para crecer como ser humano, para entender la vida dedicada a una pasión, un arte.
Es cruel que ahora la vida me ponga impedimentos... Y es que ya nada es igual, muchos problemas en la mano me están limitando, y lucho y lucho con corazón, pero la energía flaquea... No me siento igual, he perdido fuerzas, intensidad, me duele... ¿Por qué lo que amo tarde o temprano se va?
Trato de hacerme el fuerte, decir que puedo, engañándome, ocultándome de una realidad que pronto puede que me aparte de mi querido tambor, de mi vida, de lo único en lo que creo por encima de todo, porque ahí está la historia de mis días escrita, a trocitos de redobles.
Porque jamás había puesto tanto empeño en algo por amor al arte, sin pedir nada, tan sólo ser un siervo de dicho instrumento. Muchos me ven como un ídolo, me aprecian, me dan sus fuerzas tan sólo con una simple y enorme palabra de ánimo; De esas cosas me apoyo, porque sinceramente si no fuera por esos detalles jamás podría continuar. Porque soy un ángel caído rodeado de pequeños ángeles que algún día no muy lejano estarán en mi lugar.
Poquito a poco sé que este vínculo nos separará, para dejarlo en manos de otros que merecen oportunidades que yo tuve... Y me alejaré, y todo serán recuerdos buenos, de cuando el tambor y yo éramos uno... No puedo evitarlo, derrumbarme tras su parche de cristal, donde siempre se ha reflejado lo que yo quería ser, algo que tarde o temprano desaparecerá.
Mientras tanto sacaré las armas que pueda para luchar, para ralentizar el proceso... Y sé que no debería haber escrito tan tristes pàlabras, pero tenían que volar... Como todo vuela...
Cuando acabe encontraré un papel empapado de sentimientos que necesitan salir de dentro, porque ya no pueden más.
Yo nací con un tambor bajo el brazo, de hecho ha habido momentos en los que ha sido mi único amigo, mi única salida, aquello para lo que nací.
Hoy lo recuerdo todo, tantos años de trabajo, de ganarme las cosas con esfuerzo y trabajo, de transmitir lo que sé a aquellos que lo han requerido. Años en los que he conocido a decenas de personas que me han marcado para bien o para mal, pero sobre todo me ha servido a mí mismo para crecer como ser humano, para entender la vida dedicada a una pasión, un arte.
Es cruel que ahora la vida me ponga impedimentos... Y es que ya nada es igual, muchos problemas en la mano me están limitando, y lucho y lucho con corazón, pero la energía flaquea... No me siento igual, he perdido fuerzas, intensidad, me duele... ¿Por qué lo que amo tarde o temprano se va?
Trato de hacerme el fuerte, decir que puedo, engañándome, ocultándome de una realidad que pronto puede que me aparte de mi querido tambor, de mi vida, de lo único en lo que creo por encima de todo, porque ahí está la historia de mis días escrita, a trocitos de redobles.
Porque jamás había puesto tanto empeño en algo por amor al arte, sin pedir nada, tan sólo ser un siervo de dicho instrumento. Muchos me ven como un ídolo, me aprecian, me dan sus fuerzas tan sólo con una simple y enorme palabra de ánimo; De esas cosas me apoyo, porque sinceramente si no fuera por esos detalles jamás podría continuar. Porque soy un ángel caído rodeado de pequeños ángeles que algún día no muy lejano estarán en mi lugar.
Poquito a poco sé que este vínculo nos separará, para dejarlo en manos de otros que merecen oportunidades que yo tuve... Y me alejaré, y todo serán recuerdos buenos, de cuando el tambor y yo éramos uno... No puedo evitarlo, derrumbarme tras su parche de cristal, donde siempre se ha reflejado lo que yo quería ser, algo que tarde o temprano desaparecerá.
Mientras tanto sacaré las armas que pueda para luchar, para ralentizar el proceso... Y sé que no debería haber escrito tan tristes pàlabras, pero tenían que volar... Como todo vuela...
lunes, 25 de noviembre de 2013
viernes, 22 de noviembre de 2013
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