¿Dónde está mi verdadero hogar? Se rumorea que es aquello
que escribo, aquello que imita lo que piensa mi mente, que lo plasma en
cualquier pizarrón, muro, red social. Sin tabúes ni señales de prohibido
expresarse libremente.
Me dejo arrastrar por palabras que acometen sin cesar, en
ocasiones desbordadas por una imaginación sobresaliente, otras tantas ausentes
por vivir más que relatar acontecimientos.
Sobrevolar miles de situaciones reales, casos únicos,
sueños que me gustarían, ayudar con líneas teledirigidas, sin que el destinatario
se percate de que son en su beneficio, meterme en la piel de cada una de las
edades con la intención de saber qué se siente. Todo ello nace en un punto
concreto dentro de mí, no solo lo que quiero, si no lo que muchos necesitan a
gritos mudos. Palabras que ayudan, que emocionan, que agradecen, que abren los
ojos, que describen momentos, que expresan el más auténtico amor. Aunque mi
madurez no alcanza lo suficiente para enseñar criterios, aún me dedico al
aprendizaje. Pero si entiendo que el lugar de donde vengo, es hacia dónde voy,
que aquellos que me quieren son los que también quiero y que aquello que me
rodea, es lo que yo abrazo mutuamente, que mi hogar es todo lo que siento, pienso,
vivo y soy. No hay mayor voluntad que en lo que pongo todo mi empeño.
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