La vida nos despierta, nos provoca que ocasionalmente
huyamos, para después rectificar, volver, enfrentar lo doloroso. Cuentan que
puede llegar a ser maravillosa nuestra existencia, que es el regalo más
preciado, siempre y cuando sepas vivirla. Ni es un camino de rosas, ni tampoco
una basura, simplemente nos toca aquello que nosotros mismos sembramos, a veces
acompañado de una pulgada de suerte.
No hay que preocuparse por la insignificancia de lo
externo, pues si actúas mal te apuñalaran, y si actúas bien, por envidia, igualmente,
intentarán dañarte.
Hay que tomársela como una escalera, provista de los
peldaños que tu quieras poner, cada logro es un paso hacia delante, no vale
mirar atrás, excepto para saber de dónde vienes, en este instante eres aquello
en lo que te has convertido, toca seguir avanzando para llegar al vértice, al
final; Llámalos objetivos, metas, sueños…
Hay que aprender a valorar cada brisa de aire, cada flor
que emerge del suelo, cada abrazo sincero que te sea otorgado, cada segundo que
respiras, valorar las personas que igualmente saben valorarte. Un cielo
estrellado, un amanecer, una tarde primaveral a orillas de un lago cristalino.
Seguro que a veces tu rumbo se desorienta, pero en ese trance aprenderás para
que no vuelva a ocurrir, llámalo experiencia. La vida no es más que
sentimientos y emociones: Amistad, amor, familia, superación, lucha, trabajo,
esfuerzo, única, todo un diccionario al alcance de la semejanza de cada uno. Lo
mejor que te va pasar en esta aventura es Perder, pues es algo obligatorio para
más adelante ganar. Y sí, existe el final de la escalera, no es difícil llegar
siendo tú mismo. Cuando llegues, una cúpula llamada Felicidad envolverá tu
hogar. Y eso es la culminación de la mayor obra de arte que existe.
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