Sin pasar realmente mucho tiempo, extraño la dulzura de
aquellas mañanas, su toque original, mágico, tu grata compañía, que de momento
no volverán…
Me motiva tanto uno de esos abrazos, el gesto de
recostarme en tu costado, mirándote tranquila por detrás, escuchando una fuerte
respiración entrecortada.
Que, cansada de esa postura, te gires, nos miremos cara a
cara, ojos a ojos, nos acurruquemos en el bulevar de tan preciadas sonrisas.
Momentos únicos que ganan prestigio y valor cuando pasa
el tiempo. Acaso… ¿No es una obra de arte acariciar tu melena suavemente? O
sentarnos al reflejo del sol que traspasa la ventana, mientras dulcemente nos
susurramos palabras de amor, seguidas de únicos besos.
Todas esos instantes irrepetibles, inmejorables,
demorarán en dejarse caer de nuevo, pero los deseo, los anhelo, los extraño, al
igual que te extraño a ti, horas después de envolvernos el día.
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