domingo, 29 de junio de 2014

Tardes de Fútbol



Aún recuerdo aquellas tardes de fútbol en la alfombra del salón, pero no eran partidos cualquiera, eran mi forma de ser feliz, de entretenerme, de gastar mi tiempo libre.
Para que luego digan que para obtener felicidad y divertirse, hace falta dinero.
La porterías estaban formadas por libros, que formaban una cruceta, tan simple como eso. Las alineaciones contaban con algunos de mis más preciados muñequitos, bien power rangers, tortugas ninja, alguno que otro de dragon ball o simplemente indios de plástico.
Once contra once, y en la portería siempre ponía los más grandes, para que fuese más interesante. ¿Qué cómo manejaba los muñecos? Pues con las manos, pero para ser sincero, siempre tenía un equipo favorito donde ponía los once que más me gustaban.
La pelota era una canica, y como tenía muchas, así disponía de variedad para elegir cada día una distinta. Los regates, los tiros y las paradas, los ejecutaba impulsando la mano. Se parecía a los juegos de chapas actuales, sólo que era único, a mi manera.
No tenía tiempo, ni política como el futbol actual, simplemente duraba hasta que me aburría, o si iba perdiendo el equipo que me gustaba, se prolongaba hasta que ganaba, porque a veces hacía un poco de fullería, pero es normal, era un niño. Normalmente me gustaban los penaltis, a la vez que iba comentando lo que sucedía sobre el tapiz. Me lo pasaba bomba.
Era feliz haciendo eso; No todo el mundo tiene un equipo de futbol con Goku, Donatello, El power Ranger Rojo, El caballero Pegaso del Zodiaco, Buddy de Toy Story, Snoopy o Mario Bros entre otros, seguramente eso es lo que hacía único el momento.
Hoy recuerdo esos muñequitos, pues no dispongo de ellos, pero de lo que si estoy seguro, es que su recuerdo jamás se borrará, así como esa etapa de mi niñez, que puede parecer una tontería, pero cada uno es feliz a su manera. Algún día, cuando tenga hijos, le contaré estas anécdotas y lo que es mejor aún: Retomaremos esos viejos partidos de fútbol, con otros personajes, pero con la misma ilusión y forma de ser feliz. La infancia nunca debe perderse


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