Aún relucen restos de primavera sobre la colina
llameante. Se conserva la esencia floral, indecisa al marcharse. El manto
aterciopelado esquiva la calima. Restos negándose a emigrar, brisa azulilla,
que se resiente, pero retorna nómada, fugaz…
Luna nueva, anillo nocturno inquietante, fiel a su cita,
resignada al siempre jamás.
Pasitos diminutos, ganando distancia ligeramente, sin
armar revuelo entre hojas despistadas. Estado de calma, susurrándome secretos
mudos, sensibles ante la vista y el tacto, ocasionalmente interrumpidos por el
gotear del rocío incansable.
Nubes caminando en volandas, observando su alargada
sombra, allá por donde campan, extintas de agua, únicamente adornando el azul
celeste.
Rareza al sentir sigiloso, el caudal de aquél caminito de
agua, sus saltitos, sorprendido al no esfumarse… Y sí, quizás esta primavera,
se alargue seis meses
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