domingo, 18 de mayo de 2014

Un paseo por el principio



Pasé a recogerte, una brillante mañana de junio, entre tanta insistencia, para darle sentido al momento, para demostrarte una de las bellezas de mi mundo, además de tí, mi gran secreto.
No me gusta retractarme de tu cara de tristeza, desanimada por hechos que más adelante no tendrán importancia alguna.
Vamos rumbo al Titanic, o al menos así me gusta llamarlo a mí, porque me hace sentir como si fuese un enorme barco, cuando me apoyo en su vértice y abro los ojos ante la inmensidad del agua, brazos en cruz.
 Te noto nerviosa, incluso sé que tu corazón late rápido, preguntándote dónde vamos a esta hora de la mañana en coche. Conforme avanzamos pareces más intranquila, pero sin que te des cuenta, observo de reojo tu belleza natural, tus ojos, tu sonrisa entrecortada.
“Tranquila no va a pasar nada; Confía en mí”. Al pronunciar eso te tranquilizas, pero de pronto insinúo que tengo que taparte los ojos con una venda, aumentando tu intriga y nerviosismo. Pero claro, es mejor una sorpresa así de golpe, que ir divisándolo a lo lejos.
Por fin llegamos. Paro el coche a la par que voy a agarrarte de la mano para guiarte hasta el borde. Permanece sudorosa y algo temblorosa, pero de pronto te tranquilizas, y empiezo a sentirme seguro porque confías en mí. Te miro y me hago a la idea de lo feliz que podría ser con una chica como tú. Te agarro levemente por tu cintura y pongo unos auriculares entremezclados con  tu cabello dorado. Un mensaje de ánimo y dulzura se desprende por tus oídos, con la única intención de que sonrías, y de pronto te quito la venda y Sí, la misma o parecida reacción que yo tuve en su momento. La verdad así de sopetón impone bastante, pero es precioso; Un lugar ideal para una chica preciosa. Al menos he conseguido sacarte una sonrisa, pero no una cualquiera, sino una de las más bonitas y sinceras que visto.
En la grabación había tratado de usar las palabras correctas, aunque no sé si lo han sido del todo, pero su efecto habrán conseguido.
Después ya sin venda y más calmada, seguimos bordeando la tranquilidad del agua, hacia una pequeña isleta donde suelo venir a escribir sentado sobre un tronco, o simplemente a relajarme. Me ha sorprendido tu ritmo y tus dotes para tocar la caja, seguro que podrías llegar a tocar muy bien si te gustase hacerlo. Apuntas maneras y tienes buenas muñecas.
Es hora de volver a casa; No sé si algún día volveremos a venir aquí, juntos o separados, sólo sé que no será la última vez, y al menos cuando tú lo hagas pensarás en mí, en que una vez te traje a este lugar para compartir contigo un pequeño trozo de mi mundo. Saber que piensas, bonita melodía para una vuelta tranquila. Yo sólo sé, que el brillo de tus ojos jamás lo había visto en ningún lugar. Y que estando contigo me siento agusto, como si estuviera con quién quiero estar. ES difícil de explicar, el tiempo lo dirá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario