Pasé a recogerte, una brillante mañana de junio, entre
tanta insistencia, para darle sentido al momento, para demostrarte una de las bellezas
de mi mundo, además de tí, mi gran secreto.
No me gusta retractarme de tu cara de tristeza,
desanimada por hechos que más adelante no tendrán importancia alguna.
Vamos rumbo al Titanic, o al menos así me gusta llamarlo
a mí, porque me hace sentir como si fuese un enorme barco, cuando me apoyo en
su vértice y abro los ojos ante la inmensidad del agua, brazos en cruz.
Te noto nerviosa,
incluso sé que tu corazón late rápido, preguntándote dónde vamos a esta hora de
la mañana en coche. Conforme avanzamos pareces más intranquila, pero sin que te
des cuenta, observo de reojo tu belleza natural, tus ojos, tu sonrisa
entrecortada.
“Tranquila no va a pasar nada; Confía en mí”. Al pronunciar
eso te tranquilizas, pero de pronto insinúo que tengo que taparte los ojos con
una venda, aumentando tu intriga y nerviosismo. Pero claro, es mejor una sorpresa
así de golpe, que ir divisándolo a lo lejos.
Por fin llegamos. Paro el coche a la par que voy a agarrarte
de la mano para guiarte hasta el borde. Permanece sudorosa y algo temblorosa, pero
de pronto te tranquilizas, y empiezo a sentirme seguro porque confías en mí. Te
miro y me hago a la idea de lo feliz que podría ser con una chica como tú. Te
agarro levemente por tu cintura y pongo unos auriculares entremezclados
con tu cabello dorado. Un mensaje de
ánimo y dulzura se desprende por tus oídos, con la única intención de que sonrías,
y de pronto te quito la venda y Sí, la misma o parecida reacción que yo tuve en
su momento. La verdad así de sopetón impone bastante, pero es precioso; Un
lugar ideal para una chica preciosa. Al menos he conseguido sacarte una
sonrisa, pero no una cualquiera, sino una de las más bonitas y sinceras que
visto.
En la grabación había tratado de usar las palabras
correctas, aunque no sé si lo han sido del todo, pero su efecto habrán
conseguido.
Después ya sin venda y más calmada, seguimos bordeando la
tranquilidad del agua, hacia una pequeña isleta donde suelo venir a escribir
sentado sobre un tronco, o simplemente a relajarme. Me ha sorprendido tu ritmo
y tus dotes para tocar la caja, seguro que podrías llegar a tocar muy bien si
te gustase hacerlo. Apuntas maneras y tienes buenas muñecas.
Es hora de volver a casa; No sé si algún día volveremos a
venir aquí, juntos o separados, sólo sé que no será la última vez, y al menos
cuando tú lo hagas pensarás en mí, en que una vez te traje a este lugar para
compartir contigo un pequeño trozo de mi mundo. Saber que piensas, bonita
melodía para una vuelta tranquila. Yo sólo sé, que el brillo de tus ojos jamás
lo había visto en ningún lugar. Y que estando contigo me siento agusto, como si
estuviera con quién quiero estar. ES difícil de explicar, el tiempo lo dirá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario