Pereció la oscuridad diurna demasiado tiempo, mientras
permanecía impávido bajo un árbol herido, observando las estaciones gloriosas,
pero no llegabas.
Esperaba ansiosamente deleitarme con tus ojos primaverales,
arroparme del frío, con el manto sedoso de tu cabello, pero no llegabas
Deseaba cambiar el rumbo de mis sentimientos, tan sólo con
tu mano, que me guiase hacia las estrellas universales, pequeñas y perfectas
como luceros cabalgando en la noche… No llegabas
Buscaba refugio ante la cruel tormenta, bajo las aristas que
moldean tus cálidos brazos, tus caricias aterciopeladas, desgastando mi rostro
de cariño, pero no había nada.
Aguardaba pacientemente, para escuchar las palabras mágicas
evaporándose en el interior de mis oídos, vocablos que salvasen mi alma, pero
sólo escuchaba al viento
En los rayos de sol, indagaba por si me señalaban tu sonrisa
de neón… Más sólo mostraban restos de flores marchitas, corazones puros
quebrados. Sin aparecer seguías.
Cuánto más te buscaba, más lejos estabas; Cuanto más fuerte
te llamaba, más te alejabas… Impotente, permití al tiempo correr sin mi
consentimiento
El día menos esperado, caíste del cielo, como agua de mayo,
como la solución a todos los puzzles incompletos de mi fatigada mente, como una
heroína encarnada tras dos diamantes cristalinos, allá donde reflejarme y
cautivarme. Entonces adiviné que eras tú, porque al fin llegaste, porque obtuve
lo anteriormente deseado. Descubrí el Amor, te descubrí a TI.
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