viernes, 30 de mayo de 2014

El momento



La claridad del día embriaga mis cinco sentidos… ¿O son seis?... Porque el instinto me advirtió de tu llegada. Por una vez en la vida, el azar está de mi lado, acompañándome mientras nos comemos a besos, despertando mariposas estomacales incandescentes.
Quedarme atrapado entre el atardecer de tu cintura me domina, rebuscando tu piel entre tu perfume inconfundible. La única distancia que nos separa consta del arrecife que se hace hueco entre tu pecho y el mío.
La luna se para en el horizonte, mientras damos rienda suelta a nuestra imaginación, en la madrugada, desgastando el último brillo estelar de nuestras miradas.
Aunque tenga tus besos, me parece más lindo robártelos, empapándome de la expresividad de tu rostro sorprendido, rebosante de belleza.
Nuestro mundo es cosa de dos, guardado entre la palma de nuestras manos, más las dos partes unidas de nuestro corazón. Y así, sin más, mientras la cornisa crepuscular nos agota el minutero, nos arropamos con nuestra desnudez, sabiendo que para nosotros, el mañana, es ese momento.


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