Permanece conmigo cariño, aunque sólo sea una de cada mil
noches. Evita dejarme sólo en esta oscuridad que a veces se cierne sobre mí con
bravura.
Camina junto al son de mis pasos, hacia lo desconocido.
Déjame observar tu silueta descubierta por las luces de
la ciudad, aunque tus ojos oculten su verde esperanza.
Quiero respirar de tu aroma, sujetarme fuertemente a tu
tranquilidad, besarte lentamente.
Dos sombras escondidas tras una barrera de cristal,
irrompible con la verdad.
Sólo en ese momento llegaré a la conclusión que no podría
quererte más de lo que te quiero…
No necesito ni abrir los ojos para llenarme de tu canción
sentimental, ni para divisar el horizonte que puedo palpar en el lado izquierdo
de tu pecho.
No me importa perderme la luz de la luna alargándose
sobre el estrello callejón, ni el reflejo de las estrellas en la fuente de la
plaza… Sólo me importa sentirte… Y sentir como tu piel se eriza cuando acerco
mis labios.
No me corras, quédate despacio, contigo tengo todo lo que
necesito tener… Tú me enseñaste todo, tú eres amor.
Cuando los días son largos y nuestros momentos pequeños,
los llenas como si fuese al revés.
Debes saber que no te dejaré marchar, que nuestro pequeño
rincón, es el más grande de nuestro mundo; Que cuando acaricio tu mejilla,
crecen rosas rojas en nuestro jardín.
No volvamos a casa esta vez, huyamos a nuestro verdadero
hogar; Tú compañía el mío, mis brazos el tuyo.
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