Harto, decepcionado, dolido, con su corazón maniatado,
decidido a mandar todas las fotos de ella a la papelera de reciclaje, aunque
después las restauraba, pues era incapaz de dejarla marchar.
Tampoco borraba las miles de conversaciones de whatssapp,
que tantas palabras de amor almacenaban en su base de datos…
Sus caminos se separaron entre la muchedumbre. Fueron
muchos principios, para un solo final. Pero… ¿entonces?
Pretendía permanecer aferrado a un amor que marchitó, que
murió atrás en el tiempo, o mejor dicho, que lo mataron, pues no fue por su
culpa dicho desengaño.
No entraba en razón; No pensaba en que ella no dudó un
solo instante en hacer las maletas, largándose como si nada.
A punto estuvo de mandar su vida al limbo por una mujer
que no merecía ni una milésima de segundo.
Por suerte, abrió los ojos más allá de esa dolorosa
ruptura, valorando su persona por encima de cualquier otra cosa.
Empezó a no recordar aquella pedida en una servilleta del
McDonald’s, aquellos dulces besos tras el cristal empañado del coche, la cama
vestida de pétalos de rosa cada aniversario…
Su relación fue un “truco o trato”, un amor barato… Y al
final pareció superarlo, pero no; Simplemente aprendió a vivir con ello.
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