Relataba sobre noches largas, tachadas como pesadillas sin dejar de ser reales. De vueltas y vueltas, de una punta hacia otra del colchón. Desesperado mientras observaba impacientemente el minutero.
Miles de temas revoloteando mi azotea; Unos provocados por un mecanismo automático, otros, sin embargo, espontáneos, absurdos. En vela entre la oscuridad, el ruido de la “No tan silenciosa noche”, donde cualquier mínimo detalle molesta. Nunca aquél “tic tac” del viejo reloj, ni los sonidos de aviones tras la ventana estorbaron, ahora rallan. Este lugar concebido para el descanso y los sueños, se ha convertido en una cárcel rellena de pensamientos punzantes. Se va acercando el zénit, aumenta el nerviosismo, el cansancio, incluso los párpados desean echar el telón, tarea más que imposible. Eso sí; Un nuevo amanecer se aproxima, motivo para empezar, borrar lo pasado e intentar revertir dicha situación. Así hasta que la naturaleza que crece en mí, retome su rumbo
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