Aquella flamante
nube,
Paseaba por el cielo
abrileño.
Se creía una don
nadie,
Sin ninguna hermosura
ni talento
Vivía enamorada de
una silueta,
Que caminaba bajo
ella,
Casi siempre
persiguiéndola.
Sin poder alcanzarla,
sin rostro, pero bella
Cuando el sol hacía
acto de presencia,
A todas partes la
seguía
Por lo que afirmaba
Que si iba tras ella
es porque la amaría
Valiente ignorancia
la suya,
Pues lo que amaba era
su propia sombra
Su reflejo clavado en
la tierra,
Inculcado por el sol
bajo su alfombra
Sólo que no se daba
cuenta
de su valía, de su
pureza
de que lo natural es
belleza
No confiaba en lo que
ella era
Seguro que tan
valiosa nube
No amaría su silueta
si supiera
Que no es mas que su
reflejo,
El de un nimbo gris
cualquiera
En ocasiones es mejor
carecer de sabiduría
Así siempre estará
enamorada de sí misma
Jamás lo sabrá, pero
tendrá su amor
Pegado a metros bajo
su estela, en su marisma
Y es que para amar
Hay que empezar por
amarse
A sí mismo
Así alguna vez
lograrán amarte
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