En mis primeros años de instituto tenía un amigo (o eso creía) que era super especial.
Éramos como hermanos, todo el día juntos, en los recreos, sentados en clase.
Así durante unos años, pero luego pasó algo que me hizo ver lo que parecía imposible.
Vino un chico nuevo y empecé a llevarme muy bien con él y también éramos muy amigos, sólo que ahora en vez de un buen amigo tenía dos.
Un día me robaron dineros de la cartera y mi amigo de toda la vida me dijo que había sido el nuevo, y yo pues me dejé llevar por lo que me dijo y le dije cuatro cosas al nuevo
Con el tiempo me enteré de que el que me había robado el dinero había sido mi supuesto «amigo de siempre» y me preguntaba por qué. Hasta que entendí que fué por celos y por envidia...
Aunque sabía que ya nada se podía arreglar, fuí a pedirle pèrdón al otro, al menos para intentar sentirme mejor. Me perdonó y me dijo lo siguiente:
« Yo sabía que no podía ser tu mejor amigo, pues tú ya lo tenías, pero no pretendía ser tu mejor amigo, sólo un verdadero amigo»
Esas palabras me hicieron pensar muchísimo y de ese error he conseguido no dejarme llevar por nadie, y entender que nunca llegas a conocer del todo a una persona, y que la verdadera amistad no se hace fuerte con el tiempo, sino con los momentos que se viven.
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