Te puedo comprender, querida habitante nocturna, que
danzas interminablemente rearmando amores, dejando tu propio corazón en
interrogación.
Renunciaste a las caricias que tu espejo de cristal te
propinaba a escondidas, rehuiste las tormentas de poemas que avasallaban tus cinco
sentidos sin cesar. ¿Por qué?
Tu mirada cilíndrica era una bella vista para suicidarse
en la oscuridad, tan sólo por el hecho de observar la simpleza de un reflejo
imposible de palpar.
Hazme caso y permíteselo, deja de bailar como una peonza
reluciente de soledad, deja que él recoja tu silueta ferviente, evita pensar
por un momento en las fracturas de tus fieles admiradores, vive tu propio amor
tras un manto de luceros, cuyo escenario desaparece en el más allá.
Tú logras ver tras lo empañado, barrer fronteras sin sufrir
ningún traspiés… Cambia tus argumentos por besos, tus leyendas por realidades,
tu luz por la llama interior, tus estrellas por mariposas revoloteando sobre la
belleza de tus cráteres. Sé egoísta esta
noche. Deja de mostrar lo que eres, para vivir lo que quieres.