lunes, 1 de febrero de 2016

Ella



Ella, catedral senderista
Con extremidades doradas
Que con cada paso me conquista
Con su tesitura de porcelana
Mi mirada hacia sus encantos se ruboriza inclinada

Ella duerme como sirena varada
A la vez rompe maremotos tras mi desidia
Sin miedo a ser despertada
Espera silenciosa en su almohada de cristal
Mientras yo la anhelo con sana envidia

Ella me mostraría la hoz que tanto me desgarra
O quizás las teclas del piano que su corazón percute
Si me acerco demasiado, su sensualidad me achicharra
Si me alejo prudencialmente, mis sentidos se congelan
Ojalá su corazón al mío reclute

Ella cada noche me tienta
Me busca entre algodones de jabón
Entre mis sueños, sin avisar se presenta
Su cabello acaricia mi espalda tensa
Inesperadamente provoca una cóncava sensación

Ella corre hacia la luz inexperta
Clamando cánticos con pinturas de colores
Abriendo en mi corazón una bella puerta
Floreciendo por mis venas un jovial manantial
Las agujas de su tic tac interior, alejan mi temor


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