jueves, 25 de febrero de 2016

Esa llama



El carmín silencioso de tus labios, se impregna en la calima que transpira mi cuerpo.
A cada que paso que avanzas, me insinúas que el amor se escribe de miles de formas bonitas, pero se hace locamente, con un toque salvaje.
Esa adrenalina hirviendo, que rebosan los filamentos de tu calidez, es la encargada de despertar y mantener vivos nuestros cinco sentidos.
Es preferible que permanezcan al límite, al borde del éxtasis, antes que deambulen aislados en el fondo de nuestras ganas.
Esta llama, que se mueve en zigzag, irrefrenable, avivada a raíz del baile unísono de nuestros cuerpos, brilla como una melodía incontrolable, apodada “locura”.
Nuestra Ilíada se encauza en una danza al azar sobre las manecillas del reloj, al que le robamos todo el protagonismo.


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