Qué bonito fue que tu pausa se llevase mi prisa, que
ilusos pensando que esta calor en invierno era debida al cambio climático,
cuando la verdadera razón era que tu sol interior calentaba todas las almas
perdidas en torno a su circunvalación.
Daban por hecho que las líneas sobre un papel delirante,
estaban desprovistas de valor, que los pequeños detalles se emborronaban con la
miseria del tiempo.
Encontré agradecimiento en las premisas que ofrecían tus
similitudes sobre mi reflejo.
Hallé la paz en la delicadeza oculta en el rincón más
recóndito de tu noble corazón. Y simplemente, agradezco que la tinta de mis dedos
se desgastase tatuando párrafos invencibles sobre ti.
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