También soy capaz de improvisar letras abstractas, que se cuelan en las heridas de paisanos aludidos. No me cuelguen por disparar sinceridad; La soga es para la falsedad de aquellos con sonrisa precoz, tras la vuelta de la esquina.
No es de extrañar, que la fuente inagotable de energía, que asegura llamarse Sol, agote su batería, desdichado, oculto tras marañas nubosas, coloreadas tristemente, rompiendo el poniente. Decidiste la opción de quedarte aislada en el capullo, no atreviéndote a disfrutar de la plenitud, cosida en hilo de seda, mientras mis alas de larva transformada, chapotean por la vida firmemente. Sin siquiera ser un plan, sino una improvisación total del momento, arriesgando para lograr ganar.
Que lo explique aquella farola intermitente, que parece fallar, pero no; Distinta a todas las de la fila, propiciando un baile de sombras, en un teatro perdido del callejón.
O aquél vagabundo recostado sobre una alfombra mágica, incapaz de alzar el vuelo, aunque reinventa sus ideas bajo una cúpula de estrellas eternas.
El curioso personaje, lanzando una piedra al árbol callado, desatando una estampida de pájaros que cubren en una milésima de segundo el espacio aéreo, espantados, quebrando la quietud con miles de cánticos, tan sólo por la idea del juguetón de la piedra.
Corres y el pasillo se estira como un muelle, tus problemas siguen como un bucle que sigue sin disiparse si intentas esquivarlo. Pareces caer, pero tu cerebro te alerta de la pesadilla.
Improvisas una diferente postura, amaestras el sueño, sonríes sin querer despertar, pero es inevitable, acaba la canción
No hay comentarios:
Publicar un comentario