James era un “tipo diferente”, por así decirlo. Desde pequeño había trabajado en un pequeño
circo ambulante, viajando de pueblo en pueblo, sin techo donde dormir. Apenas
sacaba algo de dinero para comer, incluso le dedicaba tiempo extra sin esperar
más sueldo, por amor al arte, porque amaba hacerlo.
Dicho circo no tenía mucho éxito, pero era el lugar donde
había aprendido, madurado, conocido los pequeños detalles de la vida. Si nunca
hubiese pertenecido a ese pequeño mundo, no sería lo que es actualmente, ni
habría sido capaz de valerse por sí mismo.
Nunca lo habían subido de rango, únicamente cuidaba
animales, limpiaba los cobertizos, ponía a punto los títeres y marionetas que
él manejaba bajo escenarios de viejo cartón.
Pasaba noches en vela buscando la manera de tener
contento al público, inventando nuevas funciones, que posteriormente, sacaban
de apuros a los jefes.
Aún así, apenas lo
valoraban por el gran trabajo que hacía, pero a él no le importaba. Le daba lo
mismo trabajar en la sombra.
Su felicidad residía en hacer aquello que le gustaba,
mantener a los animales preparados para las distintas funciones, saber que era
capaz de salir adelante a sí mismo con lo poquito que ganaba. Hacer reír a los
niños con sus historias cómicas de marionetas. Su felicidad no residía en
nadie, más que en él mismo. Dentro de su ser estaban todas las respuestas.
Además, los animales lo adoraban.
No buscaba llegar
alto, ni grandes aspiraciones, porque era feliz con lo que tenía, sabedor de
que cuando fuese un anciano, estaría orgulloso de quien ha sido.
Un día cualquiera le llegó una oferta de un circo más
grande; Grandes ciudades, carpas inmensas, más sueldo, viajar por el mundo,
actuaciones estelares…
Esa oferta tan
tentadora, cualquiera la habría aceptado, excepto James, que rompió por
completo el papel sin pensárselo.
Decidió seguir con aquello a lo que se había dedicado
siempre, seguir junto a sus amigos los animales, porque si todo el mundo se
fuese a grandes circos, los de siempre y sus tradiciones se perderían por
completo. Se daría paso a lo moderno, y los pequeños detalles mágicos se
desvanecerían.
Puede que no tuviese mucho, ni dinero, ni fama, ni un
lugar estable, pero realmente hizo lo correcto pues siguió luchando por lo que
siempre creyó. Sin duda aunque nadie lo
admitiese, aquél pequeño anfiteatro nómada, aunque la humildad de esa gran
persona, le llevase a no pensarlo ni tan siquiera, no sería nada sin la gran
labor de James. Y personas como ese chico, marcan la diferencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario