domingo, 2 de agosto de 2015

Y pasó a ser aire

Aquella noche, la tristeza crujía plácidamente tras el bosque. Algo misterioso moría mientras las luces de la ciudad, lejanas, prácticamente eran un espejismo. La única señal de vida constaba del suave arrullo del río, que a falta de agua de lluvia, se había convertido en un hilo que avanzaba a duras penas entre las rocas y la arcilla. Una pequeña mano de tez pálida, ondeaba el viento pidiendo ayuda mientras sus fuerzas parecían alejarse sinuosamente junto al tronco de un enorme roble. Un alma perdida, bloqueada, encerrada en una cárcel llamada “cuerpo”, sometida a las desavenencias crueles de lo físico., que azotaban sus sentimientos hasta el punto de opacar su corazón. En un momento de ira, había suplicado convertirse en alguien distinta, en algo que fuese importante sin recurrir al exterior, quizás en algo invisible pero que a la vez estuviese presente. Algo importante y necesario. A veces hay que tener cuidado con lo que se desea, pues puede convertirse en realidad, como castigo a las quejas por tener mucho más de lo que otros tienen. Aquella llamada hizo que su cuerpo desapareciese, quedando tan solitaria alma en libertad y a la vez encerrada, ya que convirtióse en al aire que hoy respiramos. Tenía todo el ambiente a su disposición, pero estaba condenada a la soledad de la más desdichada eternidad.

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