Siempre hay consejos
que estoy dispuesto a ofrecer, aunque luego yo sea incapaz de
aplicármelos.
Pero no puedo ayudar
a nadie, si antes no me ayudo a mí mismo.
Hay rachas similares
a fuertes tormentas, que golpean terriblemente donde más te duele;
En tu estado de ánimo.
Digamos que el
estado de ánimo es el pilar donde se apoyan todas las bases de
cualquier persona; Cuando falla ese motor, tanto nuestros factores
físicos como psíquicos comienzan a averiarse.
Pero a veces no
puedes detenerlo, ya que no encuentras la fórmula para conseguirlo.
A veces te encuentras sólo, te llevas decepciones, arrastras durante
mucho tiempo bastante más carga de la que podrías llevar. A partir
de ahí, cualquier cosa, por insignificante que sea, aumentará dicha
pesadez, apagándote poco a poco, convirtiéndote en alguien incluso
desconocido para ti mismo.
No hay mejor
medicina que el cariño, que un fuerte abrazo a tiempo, unas palabras
que te hagan sentir importante, o una locura momentánea que te haga
sentir vivo.
Por suerte algunas
las hay, por ínfimas que sean, pero hay más cantidad de desprecio,
egoísmo, pensamientos negativos, infravaloración… De esa manera,
la balanza no está equilibrada, y por h o por b, tu estado se ve
mermado; La cruel tormenta ni siquiera amaina.
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