jueves, 13 de febrero de 2014

El lenguaje del Amor Capítulo 1



Mi expedición me lleva a una Tierra inexplorada, donde el azar y lo desconocido se palpan en el ambiente. Un territorio donde pocos se han aventurado a venir voluntariamente, excepto un servidor, médico y científico.
Os preguntaréis el por qué de este viaje, quizás puede que la esperanza de encontrar algo nuevo, una nueva meta, objetivos renovados, hayan conducido mi corazón hacia este lugar. Perdí a mi mujer en el parto de la que iba ser mi hija, y para mayor desgracia, la pequeña bebé, mi sangre, mi vida, también perdió la suya apenas salir del útero de la persona que más había amado jamás. Sinceramente dudo que exista un dolor tan grande como ese en el mundo, mayor aún que cualquier tortura física.
Porque hay miles de profesiones en este mundo cruel, pero sin duda la más dura y a la vez la más increíble es ser “Marido” y “Padre”, formar parte de tu propia familia.
Me volví loco, había tirado todo por la borda, mataba las penas en alcohol, haciéndome daño a mí mismo, pero se puede entender… lo había perdido todo, o eso sentía.
Hasta que descubrí que necesitaba sentirme importante a mí mismo, hacer algo diferente, que me mantuviera distraído de todo aquél suplicio, porque olvidarlo era imposible, algo que tampoco barajaba. Viviría de recuerdos bellos de antaño.
Ansío descubrir o hallar cualquier cosa que no exista a ojos del mundo, una misión desconocida, que si no venía a mí, debía salir a buscarla. Sin miedo de fallar, pues no tenía nada que perder, ni temor a morir. Y aquí me encuentro.
Esto parece como un desierto, pero no por sus condiciones, sino en cuanto a soledad se refiere. Es una selva rica en verde, plagada de árboles gigantes, de grandes ríos sin fin, montañas tan altas como la luna; Al menos eso es lo que veo en este momento y lo que marcan los mapas de la zona, que no son totalmente fiables, pues es un lugar perdido.
Estoy seguro que en su interior tiene que haber más que eso, pues es una zona plagada de vida, animales, comida, de todo lo necesario para subsistir, un hábitat idóneo.
Elegí esta zona de entre millones porque me llamó la atención nada más verla en una Web de lugares misteriosos, sentí como un impulso e investigar un poquito más, hasta que dicho estímulo se convirtió en realidad para poner rumbo hacia ese misterio.
Me encuentro en un pequeño campamento, entre un grupo de seis personas que me acompañan, organizando las rutas y posibles lugares a explorar, acabamos de aterrizar esta mañana, con un tiempo invernal puro y duro. Fuertes lluvias y un viento rompedor han dificultado nuestro vuelo, pero al fin hemos llegado sin mayores percances.
Tenemos que planificar todo hasta el mínimo detalle, pues cualquier pequeño error de cálculo se puede convertir en un problema de dimensiones mayores, por temas de inaccesibilidad, zonas cortadas o peligrosas. Es como una cita a ciegas con lo desconocido, por ello tenemos que andarnos con ojo.
Al final después de tanto seleccionar minuciosamente el equipaje, siempre falta algo; Cabe destacar mi navaja suiza que iba conmigo donde yo fuese, además de más ropa de abrigo, pues jamás hubiera imaginado encontrarme con este temporal. Y lo más raro que mi GPS pasase desapercibido, ya que era algo muy necesario, aunque por suerte había imprimido planos del lugar, que se hallaban en una carpeta roja de pasta dura. Por ahí me había escapado de perderme nada más comenzar la odisea.
Agua embotellada y productos no perecederos, galletas, cereales, calditos calientes, fruta son parte de nuestra alimentación, pero por supuesto también contamos con que existen alimentos comestibles en el lugar. Todo ello planeado para seis días de ruta, ni más ni menos. El presupuesto se ajusta a eso, incluso menos debido a las condiciones meteorológicas que han sorprendido a todos.
Os diría mi nombre, pero no quiero ser conocido, ni llevarme méritos por tal hazaña, pues aquí la protagonista es la historia que voy a relatar conforme vaya aconteciendo.
Faltan apenas dos horas para que anochezca. La lluvia ha cesado, pero el viento golpea con violencia sobre las copas de los árboles. Por suerte el campamento está cobijado entre una corona montañosa de piedras, que nos mantendrán ocultos y protegidos durante la noche, ya que hasta mañana por la mañana no nos internaremos en la frondosidad de la selva.
Dos de los hombres que me acompañan son geólogos, Carl y Steven, conocen bien todo lo relacionado con la naturaleza y la Tierra, sin duda un lujo poder haberlos traído conmigo.
El más joven es el conductor del jeep, Louis, el más rudo y “bestia” como solemos decir por aquí, así que si se presentan problemas ya tenemos defensa. Además de ser un escalador nato, un todo en uno dentro de una persona.
Una chica de mediana edad, Therese, médica, amante de las flores exóticas, la cuál costó mucho convencerla para que viniese, porque no quería dejar a su marido e hijo solos durante tantos días, pero pude motivarla explicándole que era una misión jamás realizada antes, pionera, una experiencia irrepetible en la vida. Así que se decidió por acompañarnos.
Los dos últimos son chico y chica, marido y mujer, Alise y Freud, expertos en aventuras, pues llevaban 30 años explorando los lugares mas recónditos de la Tierra.
Un equipo bastante bien preparado, poquitos, pero suficientes para conseguir mucho más de lo que imaginamos.
Ahora duermen; Louis aviva el fuego enorme que nos mantiene calentitos durante la noche. Yo, miro las estrellas, analizando parcialmente los quiebros que realizan, sin parpadear. Me pregunto si mi mujer y mi hija velarán por mí desde la lejanía del firmamento, al menos me gusta pensar que sí.
La cúpula nocturna está en pleno apogeo, me cuesta coger algo de sueño, pero debo dormir, pues partiremos a primera hora de la mañana, al aparecer el primer rayo de sol.
Me introduzco suavemente entre mi saco de dormir, buscando un abrazo que jamás llega, tan sólo me queda el calor del fuego y la llama del recuerdo.
Con la esperanza puesta en los seis días siguientes. No me toca guardia, por lo que he de aprovechar.
Mañana será el principio de algo, aunque desconozco aún que será, adónde me llevará.


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