Mi expedición me lleva a una Tierra inexplorada, donde el
azar y lo desconocido se palpan en el ambiente. Un territorio donde pocos se
han aventurado a venir voluntariamente, excepto un servidor, médico y
científico.
Os preguntaréis el por qué de este viaje, quizás puede que
la esperanza de encontrar algo nuevo, una nueva meta, objetivos renovados,
hayan conducido mi corazón hacia este lugar. Perdí a mi mujer en el parto de la
que iba ser mi hija, y para mayor desgracia, la pequeña bebé, mi sangre, mi
vida, también perdió la suya apenas salir del útero de la persona que más había
amado jamás. Sinceramente dudo que exista un dolor tan grande como ese en el
mundo, mayor aún que cualquier tortura física.
Porque hay miles de profesiones en este mundo cruel, pero
sin duda la más dura y a la vez la más increíble es ser “Marido” y “Padre”,
formar parte de tu propia familia.
Me volví loco, había tirado todo por la borda, mataba las
penas en alcohol, haciéndome daño a mí mismo, pero se puede entender… lo había
perdido todo, o eso sentía.
Hasta que descubrí que necesitaba sentirme importante a mí
mismo, hacer algo diferente, que me mantuviera distraído de todo aquél
suplicio, porque olvidarlo era imposible, algo que tampoco barajaba. Viviría de
recuerdos bellos de antaño.
Ansío descubrir o hallar cualquier cosa que no exista a ojos
del mundo, una misión desconocida, que si no venía a mí, debía salir a
buscarla. Sin miedo de fallar, pues no tenía nada que perder, ni temor a morir.
Y aquí me encuentro.
Esto parece como un desierto, pero no por sus condiciones,
sino en cuanto a soledad se refiere. Es una selva rica en verde, plagada de
árboles gigantes, de grandes ríos sin fin, montañas tan altas como la luna; Al
menos eso es lo que veo en este momento y lo que marcan los mapas de la zona,
que no son totalmente fiables, pues es un lugar perdido.
Estoy seguro que en su interior tiene que haber más que eso,
pues es una zona plagada de vida, animales, comida, de todo lo necesario para
subsistir, un hábitat idóneo.
Elegí esta zona de entre millones porque me llamó la
atención nada más verla en una Web de lugares misteriosos, sentí como un
impulso e investigar un poquito más, hasta que dicho estímulo se convirtió en
realidad para poner rumbo hacia ese misterio.
Me encuentro en un pequeño campamento, entre un grupo de
seis personas que me acompañan, organizando las rutas y posibles lugares a
explorar, acabamos de aterrizar esta mañana, con un tiempo invernal puro y
duro. Fuertes lluvias y un viento rompedor han dificultado nuestro vuelo, pero
al fin hemos llegado sin mayores percances.
Tenemos que planificar todo hasta el mínimo detalle, pues
cualquier pequeño error de cálculo se puede convertir en un problema de
dimensiones mayores, por temas de inaccesibilidad, zonas cortadas o peligrosas.
Es como una cita a ciegas con lo desconocido, por ello tenemos que andarnos con
ojo.
Al final después de tanto seleccionar minuciosamente el
equipaje, siempre falta algo; Cabe destacar mi navaja suiza que iba conmigo
donde yo fuese, además de más ropa de abrigo, pues jamás hubiera imaginado
encontrarme con este temporal. Y lo más raro que mi GPS pasase desapercibido,
ya que era algo muy necesario, aunque por suerte había imprimido planos del
lugar, que se hallaban en una carpeta roja de pasta dura. Por ahí me había
escapado de perderme nada más comenzar la odisea.
Agua embotellada y productos no perecederos, galletas,
cereales, calditos calientes, fruta son parte de nuestra alimentación, pero por
supuesto también contamos con que existen alimentos comestibles en el lugar.
Todo ello planeado para seis días de ruta, ni más ni menos. El presupuesto se
ajusta a eso, incluso menos debido a las condiciones meteorológicas que han
sorprendido a todos.
Os diría mi nombre, pero no quiero ser conocido, ni llevarme
méritos por tal hazaña, pues aquí la protagonista es la historia que voy a
relatar conforme vaya aconteciendo.
Faltan apenas dos horas para que anochezca. La lluvia ha
cesado, pero el viento golpea con violencia sobre las copas de los árboles. Por
suerte el campamento está cobijado entre una corona montañosa de piedras, que
nos mantendrán ocultos y protegidos durante la noche, ya que hasta mañana por
la mañana no nos internaremos en la frondosidad de la selva.
Dos de los hombres que me acompañan son geólogos, Carl y
Steven, conocen bien todo lo relacionado con la naturaleza y la Tierra, sin duda un lujo
poder haberlos traído conmigo.
El más joven es el conductor del jeep, Louis, el más rudo y
“bestia” como solemos decir por aquí, así que si se presentan problemas ya
tenemos defensa. Además de ser un escalador nato, un todo en uno dentro de una
persona.
Una chica de mediana edad, Therese, médica, amante de las flores
exóticas, la cuál costó mucho convencerla para que viniese, porque no quería
dejar a su marido e hijo solos durante tantos días, pero pude motivarla
explicándole que era una misión jamás realizada antes, pionera, una experiencia
irrepetible en la vida. Así que se decidió por acompañarnos.
Los dos últimos son chico y chica, marido y mujer, Alise y
Freud, expertos en aventuras, pues llevaban 30 años explorando los lugares mas
recónditos de la Tierra.
Un equipo bastante bien preparado, poquitos, pero suficientes
para conseguir mucho más de lo que imaginamos.
Ahora duermen; Louis aviva el fuego enorme que nos mantiene
calentitos durante la noche. Yo, miro las estrellas, analizando parcialmente
los quiebros que realizan, sin parpadear. Me pregunto si mi mujer y mi hija
velarán por mí desde la lejanía del firmamento, al menos me gusta pensar que
sí.
La cúpula nocturna está en pleno apogeo, me cuesta coger
algo de sueño, pero debo dormir, pues partiremos a primera hora de la mañana,
al aparecer el primer rayo de sol.
Me introduzco suavemente entre mi saco de dormir, buscando
un abrazo que jamás llega, tan sólo me queda el calor del fuego y la llama del
recuerdo.
Con la esperanza puesta en los seis días siguientes. No me
toca guardia, por lo que he de aprovechar.
Mañana será el principio de algo, aunque desconozco aún que
será, adónde me llevará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario