jueves, 16 de julio de 2015

Colecciones

Un día me dio por pensar en que debería de coleccionar alguna cosa; Libros, cromos, figuras de plomo u otra cosa, ya que todo el mundo colecciona algo, pero recapacité.
¿Para qué coleccionar objetos materiales? Si al final, tarde o temprano iba a desaparecer, a transformarme en ceniza, entendiendo que lo material no sirve para nada, excepto aquello que usas en tu día a día.
Lo que si coleccioné fue bastantes envidiosos, personas interesadas, gente con máscara en su rostro, ocultando su verdadera identidad, además de una infinidad de desilusiones y días tristes…
Pero con el tiempo me deshice de esas colecciones crueles de recuerdos, pues prefería estar solo, antes que poseer algo “tóxico”.
Así que mi madurez me alejó de querer coleccionar nada, excepto acontecimientos importantes y pequeños detalles del día a día que guardo en mi cofre personal.
La mejor colección que puede existir se llama “recuerdos de una vida plena”, la cuál al final de una vida, podremos llevar al último viaje con nosotros. Lo demás, se queda.

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