Aquella noche
desgastada, rebosaba incertidumbre a cal y canto, mientras un
diminuto lucero sobrevolaba con calma mis ideas una y otra vez,
estrujando todas las respuestas posibles.
Tras la oscuridad no
se hallaba ningún punto de luz, excepto el de aquella farola vieja e
intermitente, tratando de resistir al paso de los años.
El eco de una
delgada voz repetía “Seguiremos adelante”,aunque la esperanza de
que lo invisible pudiese ser visto, se difuminaba minuciosamente.
En ocasiones, creía
sentir una mano que apremiase mi hombro como símbolo de apoyo, pero
estaba sólo, intentado escoger el camino que eligiese el viento.
Nada desinteresado
se cruzaba en mi camino, mucho interés sí que lo atravesaba, pero
supongo que así era todo. Así como cada día que pasaba me daba
cuenta de que en la vida, sólo y exclusivamente en el mayor
porcentaje posible, te tienes a ti mismo para salir adelante.
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